Arnulfo Vigil
El coronavirus, Covid-19, sea de origen natural o creado en un laboratorio súper secreto en algún país poderoso, no se ha alejado de Nuevo León ni de México, por lo tanto, las medidas de cuidado ya conocidas se siguen aplicando o deben seguir aplicándose en toda la población.
El reciente brote de la tercera ola, la variante Delta, ha infectado a más de 10 mil nuevoleoneses en pocos meses, a grado tal que los hospitales del sistema salud y del estado están a su máxima capacidad. Es decir, el peligro existe y cada vez muta en algo más letal. Y no sólo afecta a las personas adultas sino que se ha extendido a jóvenes, adolescentes y niños. Lo que equivale a una mayor progresión de afecciones.
Las medidas de reducción de aforos en lugares públicos como restaurantes, cantinas, centros comerciales, teibols, cines, fiestas, estadios, son más que efectivas, necesarias. Es en la multitud donde se arraigan los contagios. Una persona contagiada por no haber respetado la restricción necesaria, infecta a toda la familia.
Por eso la medida, casi obligatoria, impuesta por el Presidente Andrés Manuel López Obrador de que se regresara a clases ha resultado más que perjudicial, equívoca. Es en las aglomeraciones, dijimos, donde se dan los contagios. La prueba es que en varios estados de la república se han cerrado escuelas porque alumnos y maestros han resultado contagiados.
En Nuevo León, el gobernador Jaime Rodríguez Calderón fue más prudente en la decisión. Si bien en un principio aseveró que el regreso a clases sería el 30 de agosto, después, al ver la magnitud de enfermos, modificó su postura. Y aplicó una encuesta para saber si los padres de familia estaban de acuerdo o no con el regreso a clases presenciales. Se optó por un modelo hibrido: una parte presencial, otra vía zoom u otras aplicaciones.
Lo cierto es que la Secretaría de Educación no tomó las medidas adecuadas para el regreso a clases presenciales porque a los pocos días varios alumnos salieron contagiados. Y el otro problema que tampoco arregló la misma dependencia fue la reparación de los plantes escolares. Primero, no tenían por qué estar abandonados puesto que hay conserjes y prefectos al cuidado de la escuela; segundo, la reparación y el mantenimiento no se dio de forma general porque no había presupuesto. Al día de hoy hay escuelas abandonadas.
Los maestros realizan esfuerzos casi sobrehumanos para cumplir con su misión, para no abandonar a los alumnos y seguir cultivando el jardín florido del conocimiento y la sensibilidad. Pero lo hacen casi de forma individual, muchas veces sin contar con el apoyo de la institución educativa, que no sabe qué hacer. Y por lo visto ni le interesa.
Sin duda alguna, el coronavirus fue el principal, problema de la administración política actual y sin duda alguna lo será de la nueva administración. Y lo es también para todos los gobernadores de los estados mexicanos. Lo más triste es que se ha perdido año y medio de educación, año y medio de avance económico, año y medio de alegría.