Por: Antonio Sánchez R.
El “nuevo” León…
Dicen por ahí que el león no es como lo pintan, sobre todo cuando se le cubre con un manto de falsa bravura que oculta el verdadero color, su verdadera identidad. Siempre es así con nuestros gobernantes, quienes presentan una cara en campaña y a la hora de sentarse en el “trono” resultan ser muy distintos a como se veían, dejan su careta falsa para asumir su verdadera identidad.
Existen altas, muy altas expectativas en torno al nuevo gobierno que a partir de las primeras horas del lunes pasado encabeza un joven un tanto inexperto en política y cuya carrera política ha sido manejada por su antes novia y hoy esposa, una “influencer” que encontró la fórmula para llevar a su marido hasta la mismísima silla gubernamental del estado de Nuevo León, gracias al manejo de imagen en redes sociales, así como a la labor realizada por ciertos medios con la manipulación de encuestas y estadísticas visiblemente “cuchareadas “.
Desde antes de la toma de posesión del nuevo gober, se dejó sentir parte de lo que será el rumbo que tomará el nuevo gobierno: la soberbia será la una de las actitudes más probables en este “nuevo” León. Nada más es cuestión de analizar las palabras de la nueva primera dama, quien a unas horas del relevo sentenció que su marido sería el gobernador los próximos seis años, “les guste o no les guste”.
Actitud retadora, con tintes de soberbia, la de esta mujer que será muy conocida en su ambiente de influencer, pero que de política no sabe absolutamente nada y eso lo deja en claro cuando se pone a dar patadas antes de llegar a la toma de posesión de su marido, levantando ámpula entre los ciudadanos, sobre todo en aquellos que esperaban algo mejor y que ante esto no faltaron desde ese momento quienes se declararan desilusionados y arrepentidos por haberle dado su voto al “flamante” gober.
Son pocos los días los que tiene en el poder esta pareja y ya hay reacciones interesantes que evidencian que esa soñada “luna de miel” entre gobernante y gobernados amenaza con ser muy corta y que en cualquier momento se puede convertir en una amargosa “luna de hiel”, o si lo prefiere, en una ruta sembrada de grandes broncas, de esas que nunca pueden faltar cuando se trata de asuntos de gobierno.
Y es que una de las cosas que deben entender quienes asumen un cargo público es que no son dueños de la institución que van a dirigir, sino que son simples empleados temporales que fueron contratados por un determinado período de tiempo, que en el caso que hoy nos ocupa son seis años, como bien lo dijo la “ñora” a la que le inventaron un cargo y le pusieron oficina muy cercana a la de su marido, no vaya a ser que se le quiera perder de repente.
Otra situación que causó polémica fue el cambio del escudo o logotipo del gobierno del estado, el cual históricamente se habían mantenido siempre igual, pero ahora no es más que una indignante caricatura a través de la cual se puede apreciar la incuestionable falta de seriedad en el manejo de la imagen oficial.
Son los primeros escarceos o como dirían los amantes del boxeo, “son rounds de prueba “ en una pelea pactada a seis episodios (seis años), en los cuales se irá mostrando el potencial existente, ese que presumió al decir que les enseñaría cómo se gobierna o bien terminará mostrando lo que ya mucha gente empieza a decir: qué es un niño chiflado sin la más mínima idea del gran compromiso que tiene en sus manos. Ah, habría que decirle a la aprendiz de “primera dama” que no necesariamente tienen qué ser seis años, pues sí a nivel federal ya se aprobó la revocación de mandato, eso podría aplicarse en nuestro estado. Pero en fin, veremos con qué otras “novedades” nos salen Don Facturo y consorte…