Arnulfo Vigil
Al Ayuntamiento de Monterrey no le importan las calles del centro de la ciudad sin iluminación, las banquetas imposibles de transitar, aún más para los discapacitados, los asaltos a los transeúntes, los puesteros invadiendo las calles; lo que le importa es deshacer el tejido social que se construye con el deporte, al cerrar arenas de lucha libre y negar trabajo a los luchadores y luchadoras.
Primero fue la Arena Jaguar, enclavada en una de las áreas más conflictivas de Monterrey, San Bernabé (a la que por cierto el alcalde, Luis Donaldo Colosio, no le ha dado ni una manita de gato) y que ha funcionado como centro de reunión y unión para los habitantes de ese sector. Nunca se ha suscitado ninguna bronca, al contrario, ha ayudado a erradicar la violencia. Y de ahí han salido varios luchadores que le han dado renombre nacional a Monterrey. Las excusas para cerrarla han sido nimias: nunca ha sucedido nada grave. Y la Ley, la supuesta Ley, nunca está por encima de la justicia, dijo Schopenhauer, a quien con toda seguridad al alcalde naranja nunca ha leído.
Y en días pasados a la Arena Femenil, especializada en lucha de mujeres, le suspendieron una función, algo que nunca se hace, en todo caso se aplica una multa. Pero el asunto es más grave. El inspector de la Comisión de Lucha, dirigida por Carlos Estrada, se metió sin autorización al vestidor mientras las luchadoras se cambiaban de ropa. Dos de ellas menores de edad. Una de las luchadoras le reclamó la acción. El Inspector dijo que él era la Ley y podía hacer lo que quisiera. Y el problema estalló.
Si bien la Arena Femenil ha cometido varios errores y ha incumplido con los ordenamientos del reglamento vigente, el problema no es ese sino la intrusión del Inspector en agravio de las mujeres, calificado como claro acoso sexual, abuso de autoridad y corrupción de menores, algo que el alcalde naranja ha jurado perseguir y castigar. Pero ni el alcalde ni la Secretaria de Ayuntamiento, Ana Lucía Riojas (que no es de aquí), ni Ana Paula López (ex panista defensora de mujeres), directora del Instituto de la Mujer, han tomado el asunto.
Las luchadoras ofendidas, respaldadas por sus compañeras, se volvieron guerreras más de lo que ya son y pidieron que la licencia de luchadoras les sea renovada de manera inmediata y gratuita, debido a que el trámite no se ha efectuado porque las oficinas están cerradas con el pretexto del Covid. Asimismo exigieron que el Municipio haga un convenio con los Hospitales Metropolitano y Universitario para recibir atención en caso de lesión y que el promotor pague el 15 % de los gastos.
Asimismo, las amazonas del encordado pidieron “que se respete la dignidad humana, la privacidad y se dé efecto de igualdad de género en las luchadoras y sea dignificado el trabajo de los luchadores; que los comisionados que asigne la autoridad sean respetuosos del concepto dignidad humana y de los demás derechos de los luchadores”.
En el tiempo que lleva de alcalde, Luis Donaldo Colosio no ha hecho nada, a excepción de lanzar rollos, al más puro estilo priista: convertir a Monterrey en una ciudad verde, autosustentable, moderna, tecnológica, aliado con el TEC. En la realidad sólo basta caminar por el centro de la ciudad para desmentirlo. El alcalde no arregla Monterrey, al contrario, destruye el tejido social.