Óscar Tamez Rodríguez
El recarpeteo que realiza la secretaría de comunicaciones y transportes (SCT) en un reducido tramo menor a cuatro kilómetros, evidencia la crisis de vialidad que representa esta rúa en estos momentos. Monterrey y su área metropolitana es una ciudad mal planeada, todas sus avenidas principales son espacios únicos, ida y vuelta en la misma calle o arteria vial, sin plan “B” ante las contingencias viales derivadas de accidentes, reparaciones o cualquier cosa que altere la “normalidad vial”. Lo mismo sucede en Constitución que en Cuauhtémoc, Pino Suárez, Miguel Alemán, Lázaro Cárdenas, Garza Sada y por supuesto la reina de las avenidas convulsionadas: Gonzalitos. Impensable un tope, llegue o hasta un accidente mayor en cualquiera de esas avenidas, de inmediato un gran sector de la ciudad se paraliza porque el caos vial alcanza media megalópolis. Sobre muchas de las avenidas mencionadas poco se puede hacer, pero la carretera nacional está en el umbral de volverse una más de las arterias viales con colesterol en sus espacios. Una pésima planeación de la SCT para reparar un tramo menor a cuatro kilómetros evidencia dos cosas: la ineficiencia de la autoridad federal para planear y operar una cosa menor como es el recarpeteo; la segunda es que ese ingreso a la ciudad está en alerta naranja a punto de volverse roja. Entre Monterrey y Allende se han aprobado decenas de fraccionamientos y puede que supere los cien. Todos ellos tienen como propuesta comercial, viviendas para los regios quienes tienen cierta solvencia económica y pueden adquirir vivienda media a media superior. En consecuencia, esa vivienda es para familias quienes tienen su origen en los municipios de Monterrey, Santiago y Allende, principalmente; su destino son los centros laborales en los municipios urbanos. Las características de esos habitantes es que cuentan con dos o más autos por familia, incluyendo para hijos universitarios. Todo ese flujo vial sale de 50 kilómetros al sur de Monterrey y hace su arribo al área metropolitana por tres carriles y en sectores cuatro que se unen a Garza Sada. Ya no aguanta la carretera nacional y la autoridad de la SCT no tiene la capacidad técnica para enfrentar el problema, incluido el sinnúmero de accidentes por semana derivados de la imprudencia de manejar a alta velocidad, de la incultura vial de los conductores y textear en el volante, combinación mortal. Urge que la autoridad federal proponga soluciones y alternativas, puentes peatonales, reparaciones eficaces y coordinar con las autoridades municipales la creación de alternativas viales para los momentos de crisis. Los atorones por la incompetencia de la SCT empiezan de sur a norte en el Faisán y terminan en la Estanzuela y en días extremos comienzan en Revolución con Garza Sada y terminan en el Uro en el sentido norte-sur. Los alcaldes involucrados en la crisis creada por la SCT pusieron el ejemplo, Luis Donaldo Colosio y David de la Peña se unieron a exigir reparación expedita a la autoridad. Lo que un día fue el paseo por excelencia de los regios se ha convertido en el gran dolor de cabeza para quienes a diario transitan por la carretera nacional, los bellos paseos familiares se volvieron retos contra el tiempo y los accidentes. Imposible agendar o cumplir horarios para los usuarios de la carretera nacional; un simple tope en cualquiera de los tramos y lo que es una carretera se convierte en estacionamiento. Una solución integral ahora que hay tiempo es pensar en una ruta paralela o alterna y en transporte público eficiente que conecte los suburbios con la metrópoli. estudiospoliticos.mx@gmail.com