Sucedió
Don Roberto
Tenía más de quince días que me postergaban la entrega de un medicamento en el Isssteleon.
Acudí a ventanilla y nuevamente volvieron a decirme, como las veces anteriores, que el medicamento “aun no llega”.
Al de la ventanilla que me atendió le expresé: “Mira muchacho, yo sé que tu no eres culpable de esta situación, pero ya son muchas las irresponsables razones que me dan para no entregarme el medicamento”. El joven trató de consolarme dándome explicaciones que muchas veces había escuchado, – puro rollo – hasta que en tono molesto le dije: “Quién es tu superior? Quién es el responsable de la farmacia?”
Me mencionó un nombre que ya no recuerdo seguramente porque me subió el colesterol. “¿Dónde la veo?, quiero hablar con ella”.
Luego de nuevos circunloquios, me expresó: “Mire!, la señora que esta allá”, me dijo, apuntando a una mujer que estaba en la recepción, “ella es la coordinadora de farmacia”. Fuí hacia ella y le expresé mi malestar, se trata de un medicamento muy importante, le dije, que pone en riesgo mi vida. La señora, al igual, quiso evadirme y como en los demás casos, librarse con la tónica de siempre, de postergar la entrega del medicamento. En tono notoriamente molesto le dije: “Señora quién es su superior?. La coordinadora de farmacia soy yo, me dijo. “Entonces con usted no resuelvo, ¿puede decirme quién es su superior?” “Es el Ing. (tampoco recuerdo su nombre) pero está ocupado, está en una junta” De todas formas donde lo veo, si no es ahorita de todas formas lo busco, insistí. La reunión es en el edificio de a lado (la esquina de Matamoros y Pino Suárez)
Uno de dos sujetos recepcionistas en el local señalado me preguntó para qué buscaba al Ing. porque está en una junta. “Es asunto personal, les dije, pero si está en una junta aquí lo espero. En dónde lo espero?” Tome asiento me dijo, y lo hice. Enseguida, notoriamente ví que el recepcionista recibió una llamada la cual atendió, al tiempo que volteaban a verme.
Poco tiempo después acudió una secretaria. “Don Roberto, Ud. Es don Roberto verdad?” Si, contesté. “El Ingeniero está en una junta, puedo servirle en algo?” “Disculpe, pero no lo creo, deseo hablar personalmente con el Ing.” “Bueno!, como Ud. guste”, me dijo. Ya emprendía para caminar cuando le señalé: “Voy a esperar al Ingeniero, pero si evade mi propósito de atenderme, solo por ese motivo le ruego haga saberle. Que tengo tres semanas de esperar un medicamento. Ignoro la causa, razón o pretexto por lo que ese medicamento no me lo entregan. Como no estoy seguro que me atienda el ingeniero, le pido por favor que de ser así, hágale saber al ingeniero, “QUE HAGO RESPONSABLE A ESTA INSTITUCIÓN O A SUS FUNCIONARIOS, de lo que me suceda por no ser atendido con esos medicamentos, lo cual interrumpe un tratamiento que incluso puede llevarme a la muerte. A mi familia le he dado instrucciones de que, de sucederme algo irremediable, proceda judicialmente acudiendo incluso a instancias fuera del estado y del país, por una situación que pone en riesgo mi vida”.
La secretaria me escuchó con mucha atención y con la misma paciencia para amortiguar mi enojo, me dijo: “Mire don Roberto, por favor espéreme, déjeme ver si podemos hacer algo”.
En poco más de cinco minutos regresó para decirme: “don Roberto, me informan que su medicamento ya lo teníamos separado, lo que sucede es que el personal de farmacia seguramente no sabía o no se les hizo la debida comunicación. Por favor acompáñeme para entregarle sus medicamentos”.
Me llevó a otra oficina donde recibí el medicamento.