Óscar Tamez Rodríguez
El INE es el resultado de la presión ante las carencias del extinto IFE, cambia de Instituto Federal Electoral a Instituto Nacional Electoral, en términos generales fue un gatopardismo, una de las reformas de mayor calado fue la definición de las Oples que hoy están en riesgo de desaparecer.
La democracia mexicana es como los aguacates: madura a pellizcos, a apretones. Así como lo hemos reseñado, sus transformaciones siempre responden a sismos en la sociedad.
Los últimos años del siglo XX fueron determinantes para garantizar una sola cosa en nuestra democracia: democracia. Aunque parezca Perogrullo, la democracia mexicana tenía huecos inmensos, el primero en tapar fue el de la certidumbre electoral.
Impedir que los difuntos no votaran fue determinante, pensarán que sólo el PRI usaba esas prácticas. No, todo partido en el poder, en gobierno utilizaba las mismas artimañas, así el PRI, como el PAN o el PRD, que eran los partidos en el poder.
Ante la caída o callada del sistema por parte de Manuel Bartlett en la elección de 1988 la democracia se convulsionó, había que hacer algo y pronto.
Así nace el IFE como la institución dedicada a las elecciones, aunque aún era apéndice del gobierno federal.
Segob mantenía la rectoría electoral, con ello, aseguraban que el partido en el poder pudiera manipular los resultados si así era su interés. Eran tiempos donde ganaban y perdían quienes elegía el inquilino de Los Pinos.
La elección de Ernesto Zedillo fue controversial, poco legitimado, la consecuencia es que se dio la gran reforma electoral que ciudadanizaba los procesos, ya no es el poder ejecutivo quien valida las elecciones, esto se estrena con la elección donde gana Vicente Fox en el año 2000.
El IFE no pudo mantenerse limpio, siempre tenía decisiones poco ortodoxas que manchaban su investidura. El clímax del descrédito se vive con Luis Carlos Ugalde quien convierte en lodazal las elecciones 2006.
La consecuencia es la gran reforma de 2007, esa en la que se incluyen las reivindicaciones de la izquierda de voto por voto y casilla por casilla, en la cual, las elecciones muy cerradas se deben revisar con detenimiento.
En esa misma reforma se limitó al máximo la aparición de los gobernantes en medios electrónicos. La radio y televisión pasan a ser rectoría del IFE en materia de espacios a partidos políticos, candidatos y gobernantes.
Llegará la reforma 2014 cuando le cambian de IFE a INE. Siempre la institución envuelta en señalamientos, pero, nadie piensa en su extinción, en su caso, transparentarle y verdaderamente ciudadanizarle.
El gobierno de la 4T quiere revertir todo el avance que lleva casi 30 años en materia de ciudadanización, transparencia y legalidad. Quieren desde el poder ejecutivo volver a los tiempos del control de las elecciones por parte del gobierno.
La 4T quiere de nuevo poner al coyote a cuidar las gallinas, bueno, las elecciones. Buscan aniquilar al INE y asumir el control de los procesos electorales.
Hoy vemos cómo, teniendo contrapesos, por mínimos que sean en el INE, el gobierno federal ignora las disposiciones democráticas, estando la rectoría de los procesos en sus manos, quedaría vulnerable nuestro sistema político democrático.
Salvar al INE no equivale a salvar a sus funcionarios, debemos defender la institución a pesar de algunos malos servidores públicos en ella.
El INE en estos momentos representa la transición hacia una democracia plena, la posibilidad de tener gobiernos electos cien por ciento democráticamente.
Debemos salvar al INE porque siendo malo, es lo mejor que tenemos.