Óscar Tamez Rodríguez
El domingo de ramos coincide con la fecha en la cual inicia la glorificación del líder de la 4T. La revocación de mandato promovida por el mandatario es un ejercicio que deberá registrarse en la historia de México como la exaltación de un líder político embelesado de sí mismo.
La revocación no es una elección, no hay contienda, no se debe asumir como un proceso electoral sino como un ejercicio de referéndum, de aceptación o rechazo a quien gobierna.
Sobra decir que es un ejercicio el cual debe surgir del soberano quien desea reclamar, colocar en el banquillo de los acusados al gobernante. Por ello se pide un mínimo de firmas que validen la solicitud, no se trata de que la forma de gobernar guste o no a unos cuantos miles de ciudadanos, debe existir un número representativo del padrón electoral.
El caso que nos ocupa pasará a la historia como una revocación de mandato pautada, no orgánica.
En términos de las tecnologías de la información y la comunicación, así como de sus redes sociales; existe la información orgánica y la pautada en estas formas virtuales de comunicación masiva.
En Facebook, Twitter, Instagram y otras redes existe la publicidad, es ahí donde radica el negocio para los creadores de cada red.
La masificación de información en las redes sociales se llama viralidad, para muchos esto es obvio, pero habrá lectores quienes desconozcan estos conceptos que son fundamentales para entender que la viralidad puede ser orgánica o pautada.
La orgánica es aquella que se da en forma espontánea, natural, por la sustitución virtual del marketing de boca en boca, es cuando una persona replica, comparte, comenta o difunde una publicación en redes.
La pautada es cuando se paga a Facebook u otra red por enviar esa publicidad a un público objetivo en específico.
Así se explica que la simulación de participación ciudadana llamada revocación de mandato es un ejercicio democrático pautado, no es orgánico, no es natural, espontáneo ni motivado por las inquietudes del pueblo.
Los recientes días he visto actos vergonzantes por parte de los partidarios de Morena y del presidente, se volcaron a hacer campaña en favor del mandatario, además de pedir a los suyos que salgan a votar.
Sé de casos donde organizan movilizaciones para el 10 de abril, esos votos serán sufragios pautados, pagados.
Surge la pregunta obligada, ¿Qué preocupa a los estrategas morenos en la revocación del 10 de abril?
Las respuestas son diversas: a) Que la popularidad del posible revocado esté tan baja que tengan miedo a perder; b) Que el desinterés del pueblo por participar de un ejercicio simulado sea tan alto que pierdan por abandono; c) Que las encuestas les digan que está muy pareja la votación a favor y contra, a lo cual, ganar con un margen reducido es perder.
La 4T ya perdió el primer tiempo del partido. Tener que salir a hacer “campaña” por AMLO es en sí mismo una derrota. Violar la ley es otro gol en contra. Exhibir a los gobernantes en eventos de campaña en favor del mandatario es otro gol de la oposición.
Ver en redes a los mapaches, perdón operadores electorales de la 4T pegando calcas, haciendo eventos, organizando casas amigas, coordinando la movilización del domingo y otras estrategias más para asegurar urnas llenas, provoca repulsión.
Para qué promover una revocación de la cual no quiere participar el pueblo y llevarlo hasta violentar las formas.
Quizá los simpatizantes como muchos no simpatizantes de la 4T saben que es una representación escénica y prefieran abstenerse de legitimar un montaje como el del domingo próximo.