Por Salvador Hernández LANDEROS
Hasta antes de la 4T, México vivió la Anaciclosis, teoría que describe una sucesión cíclica de regímenes políticos basada en la idea de que todo tiende a degenerarse.
Desde la Conquista, el País transitó a través de la Monarquía, Tiranía, Aristocracia, Oligarquía y Democracia, hasta llegar hoy a la Oclocracia, el peor de los sistemas políticos.
El griego Polibio describió la Oclocracia como sistema manipulador de las decisiones que no las toma el pueblo sino la muchedumbre, o populacho, que cree en lo que más les conviene.
La Oclocracia se nutre de los prejuicios, del rencor y la ignorancia. El régimen mantiene el poder a través de la manipulación de los sectores más ignorantes de la sociedad.
El Oclócrata requiere para su objetivo del control de los medios educativos y de comunicación, para producir la falsa ilusión de que el régimen obedece a la voluntad popular.
Pero, según se observa, este oclocrático sistema que cierra el ciclo de seis fases para volver a empezar, puede terminar al final del sexenio de AMLO y dar entrada a uno nuevo.
Los politólogos convenencieros no se atreven a advertir el riesgo de volver al reciente pasado, una oligarquía disfrazada de Democracia que llevó a México a la desigualdad, violencia y corrupción.
También rechazan aceptar que hoy hay libertad plena que modificó e implementó Leyes para que en la diversidad de genero las personas del mismo sexo legalicen una relación de pareja.
Les parece “una jalada” que el grito desesperado del dramaturgo irlandés. Oscar Wilde, “Los homosexuales dominaremos el mundo”, se profetice entre la sociedad actual y el LGTB.
Esa tendencia social se ve común en el espectáculo, deporte, y comunicación, pero también riesgosa y perversa en lo sindical, político, policial y clerical.
La comunidad del LGTB, ha permeado mucho en los círculos oficiales. Desde presidentes, gobernadores, alcaldes y diputados. Más fácil será a través de un partido político. No lo duden.