Rafael (Rafa) Elias
Hoy se publicó un reporte en el que se da a conocer el hecho de que en los Estados Unidos la polarización entre la población no sólo se encuentra en el nivel más alto de la historia moderna del país, sino también este país se encuentra entre los más polarizados del mundo.
Los niveles de aprobación del presidente Joe Biden siguen entre los niveles más bajos de entre todos los presidentes que ha tenido la Unión Americana e incluso, hace sólo un par de meses, su aprobación cayó incluso por debajo de la de Donald Trump.
A Kamala Harris no le va mejor. De hecho, le va mucho peor. Sus múltiples errores en su papel de vice presidente, su flagrante ausencia en el problema migratorio que le fue expresamente asignado por el presidente, y/o su desconocimiento de los temas más básicos del gobierno demostrado en varias entrevistas y foros públicos, la tiene literalmente en la lona en lo que hace a un posible reemplazo de Biden.
Paralelamente, el Partido Republicano, que tenía todas las condiciones para retomar las mayorías en las Cámaras Baja y Alta, se dio un balazo en el pie en el momento en que los jueces conservadores de la Suprema Corte de Justicia repudiaron el precedente de más de cincuenta años de Roe vs Wade. Este legalizaba el derecho al aborto a nivel nacional, pero con el pretexto del federalismo, los jueces transfirieron a los estados la determinación de su legalidad. Esto redujo considerablemente las posibilidades de los republicanos de manera que debieron (y no supieron) prever, pero no les restó unidad ni coherencia.
Y es que aunque la base demócrata estaba desmotivada y hasta resignada a una derrota monumental en las elecciones intermedias de este noviembre, la decisión de la Corte desató la furia de la izquierda “pro elección” (por-choice). Esto desencadenó una reacción fortísima de rechazo que seguramente se verá reflejada en las urnas, pero precisamente dada la fortaleza de la oposición republicana, a la izquierda probablemente no le alcance ese renovado entusiasmo.
El factor anterior (que no es menor) sumado a problemas como la alta inflación, la cadena de incrementos en las tasas de interés, la falta de una resolución (aunque sea a la vista) al conflicto entre Rusia y Ucrania, y errores garrafales como la torpe salida de Afganistán, consiguió fortalecer a una oposición altamente organizada desde la cúpula del GOP (Grand Old Party, el Partido Republicano) a cuya estrategia se ajustan y siguen a pie juntillas los candidatos.
Estos factores hacen de esta oposición una fuerza, colosal, que aprovecha los errores de esta administración para convencer a los votantes QUE EN SU GRANDÍSIMA MAYORÍA SÍ SE INTERESAN POR EL DESTINO DE SU PAÍS, Y POR LA SITUACIÓN ACTUAL DEL MISMO.
ESTA ES UNA OPOSICIÓN FUERTE, UNIDA, EN BLOQUE, CONSISTENTE EN SU MENSAJE Y NARRATIVA, CAPAZ DE CONVENCER A LOS INDECISOS DE LA IMPOSIBILIDAD DE MANTENER EL STATU QUO QUE ES LA ADMINISTRACIÓN FALLIDA DE JOE BIDEN.
Y luego está la Oposición en México. Una verdadera vergüenza.
Con el país literalmente en llamas, con un presidente que miente en promedio ochenta veces al día, que ha creado cuatro millones más de pobres; con un presidente que no se cansa de hacer el ridículo en el concierto internacional de las naciones, que gobierna (es un decir) a base de ocurrencias, que pretende militarizar al país, que ha entregado a las fuerzas armadas recursos, proyectos, y poder, que serán harto difíciles de recuperar, que encabeza una administración donde el crimen organizado ya toca hasta el último rincón del país …
Todo ante la mirada perpleja, la parálisis, los intereses cupulares, la incapacidad de establecer una narrativa convincente (¡YA!) y desarrollar la estrategia de difusión, vemos a tres partidos que se han visto rebasados por este presidente que parece siempre ir dos pasos adelante sin que los supuestamente opositores muestren siquiera algún indicio o percepción de urgencia.
Y es que hay de oposiciones a oposiciones.
Mientras que en EE. UU. es muy posible que (aunque con un margen más estrecho) los republicanos reclamen sus mayorías legislativas y (dependiendo del candidato) muy probablemente recuperen la presidencia en dos años, en México es más que probable que sigamos observando a una sociedad civil desorganizada y atomizada, también infectada por los egos. Y a una oposición partidista impredecible respecto a sus integrantes, narrativa y estrategias, y que seguirá mirándose al ombligo mientras México sigue ardiendo.
SÍ:
HAY DE OPOSICIONES A OPOSICIONES.
Y DE CIUDADANOS A CIUDADANOS.