*Lugares que te dejan sin aliento
Daniela Montalvo Herrera
A estas alturas ya debería haber aprendido a no sorprenderme con las increíbles bellezas naturales de México, pero no he podido, en cada lugar al que voy me quiero quedar a vivir.
Estando en Puebla, sin mucho plan armado, una camioneta rentada y una intensa lluvia, de repente un amigo me recomendó visitar el Valle de Piedras Encimadas.
Sin investigar mucho, leímos por ahí que se asemejaba a las Piedras de Stonehenge y pusimos el GPS.
En el camino hubo algunas dificultades como la lluvia, las curvas y uno que otro pozo, pero nada que impida el paso.
Desde la entrada ya se percibía un aire diferente, el parque es público y gratuito, la propina es voluntaria y rentan caballos por $200 pesos, muy recomendable por cierto, sobre todo para aquellos que van cansados o sin condición física.
El suspenso comienza cuando te adentras al parque, la neblina surte un efecto casi de terror, el aire moviendo la punta de los enormes árboles, que incluso parece que se mueven y los murmullos de algunos animalitos como grillos, sapos, pájaros, hacen un escenario perfecto para una peli de terror, tipo el Libro de Piedra.
Míralo tu mismo: https://vm.tiktok.com/ZMFNVL6SS/
Llega un punto en donde ni siquiera logras ver al señor que va tirando del caballo, apenas uno o dos metros frente a ti, debo confesar que se me salió más de un grito de miedo, porque literalmente no ves nada.
Al final, todo vale la pena, llegamos a una piedra en la que nos explicaron que pasar por ahí era algo mágico, dabas una vuelta y dejabas tu pasado atrás, volvías a dar otra vuelta y le abrías la puerta a un futuro en donde tus deseos se cumplirán (sigo esperando ganarme la lotería).
Admirar las piedras, que al final no se parecen mucho a las Piedras de Stonehenge, pero que también tienen su encanto, al desafiar la gravedad y sobre todo al parecer figuras más allá de piedras.
Y bueno, el escenario es perfecto para unas buenas tomas, paisajes naturales que parecen ser hechos por Dios a mano, una neblina que le otorga al lugar misterio y suspenso.
Y por último, el lugar está en perfectas condiciones, caminos seguros, plantas y árboles bien cuidados, las formaciones rocosas a buen resguardo, por lo que si tienen la oportunidad de ir, dejen una buena propina para la gente que cuida el lugar.
Un país tan diverso y multicultural como México, para una vida resulta sin fin.
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