Ixtoc Hinojosa Gándara
Hemos sido testigos durante las últimas semanas de diferentes filtraciones periodísticas, todas obtenidas desde el mismo lugar, el grupo autodenominado guacamaya, el cual infiltro el servidor de la Secretaria de la Defensa Nacional y sustrajo información en una cantidad exorbitante, seis terabytes de información. Toda esta información va desde asuntos tan superfluos y hasta cursis como la compra de toallas con las impresiones de “él y ella “para el General Secretario y su esposa, hasta asuntos tan delicados y de alta relevancia como el hecho de que el Ejercito sabia con antelación de operativos criminales en distintos lugares del país, algunos de los cuales terminaron con víctimas mortales, y las Fuerzas Armadas no actuaron de ninguna manera.
Apenas conocemos la punta del iceberg de esta pila gigantesca de información de la cual saldrán filtraciones de menor y mayor importancia, lo que no podemos dejar de lado es la forma de reaccionar de cada uno de los gobiernos víctimas de estos ciberataques, por ejemplo en Chile se suscitó una reunión en carácter emergente convocada por la ministra de defensa, la cual cabe mencionar que encabeza las fuerzas armadas de ese país siendo una civil, y hasta termino en la renuncia del jefe de Estado Mayor Militar. En cambio, nuestro país ha sido muestra de lo que parece ser una incompetencia gubernamental para enfrentar el asunto, desde el pulpito presidencial ha sido menospreciada esta filtración y hasta anunciada la impunidad hacia los responsables de lo que a todas luces es un delito muy grave.
De lo que pocos han hablado y a lo cual se presta poca atención, es el hecho de que el objetivo de estos ciberataques fueron las fuerzas armadas de diferentes países latinoamericanos, los cuales en algún momento han sido cuestionados por diversos grupos precisamente al interior de estos grupos militares. En el caso específico de México, el hecho de que se han visto favorecidos solo un puñado de Generales miembros de la elite militar, escudándose en el pretexto de la seguridad nacional, la opacidad que trae consigo la misma y los altos índices de corrupción que la misma genera. Todo lo anterior convierte en legítima la duda acerca de que si este hackeo proviene de las mismas filas castrenses de los países involucrados, es decir preguntarnos si la guacamaya viste con camuflaje.