Óscar Tamez Rodríguez
El titular de Segob, Adán Augusto López es lo contrario a su antecesora. La anterior titular de esa dependencia se cuidaba tanto por ser políticamente correcta que resultaba inoperante para el líder de la 4T, pasamos de un extremo a otro.
La primera lectura del activismo político del funcionario es porque anda en precampaña anticipada por ser una ficha del presidente. Ficha y no corcholata porque estas ya no existen.
La política en México, desde su institucionalización en la Constitución de 1917, ha sido presidencialista, con ello, el poder máximo y omnipresente se concentra en el presidente del país, con ello se acompaña la inevitable tentación de imponer a un sucesor “a modo”.
Venustiano Carranza lo intentó y las fuerzas políticas interesadas en el poder se le revelaron; termina acribillado en mayo de 1920. Desde Álvaro Obregón al presente, todos los mandatarios han impuesto al sucesor, con la excepción de Fox quien pierde al interior de su partido contra “el hijo desobediente” llamado Felipe Calderón, pero finalmente acoge al panista contra la embestida electoral de López Obrador.
El presidente de la 4T no es diferente, asegura no tener tapado y destapa a sus favoritos, excluyendo a sus despreciados, entre ellos Ricardo Monreal. Nada diferente su actuar con los peores momentos del presidencialismo de dedazo, aunque sé que él y sus seguidores dirán que ellos tienen otros datos porque son diferentes.
Adán Augusto es, además de cercano a su jefe, leal y disciplinado. Está haciendo el trabajo rudo, el sucio para dar resultados a quien le brinda confianza.
Considero que el titular de Segob es un personaje con mucho oficio político y que bien conoce las consecuencias de su gira por las entidades federativas, los costos que tendrá por torcer brazos y acallar oposiciones.
Puede interpretarse que el tabasqueño está promoviéndose, sin embargo, las tareas encomendadas no son las que quisiera desempeñar un aspirante presidencial quien necesita sumar y no de dividir o restar.
El futuro del funcionario se ve cada vez más lejano de la candidatura presidencial, quizá en el senado de la república coordinando al rebaño moreno, continuando su labor como operador para casos difíciles y desesperados de su paisano.
Se debe reconocer que le sabe bien al oficio y conoce de la operación política, lo demostró al cabildear y despachar en el senado para asegurar que los morenos, aliados y priistas, no se echaran para atrás en mayoritear la iniciativa de militarizar la seguridad pública. Ante la duda por la operación de Monreal, el tabasqueño fue en persona a doblar brazos y torcer muñecas (políticamente hablando).
Adán sabe que su futuro no es en palacio nacional, en el mejor de los casos será en el senado o en la cámara de diputados. Su fortaleza es también su debilidad ante el jefe.
El líder de Morena sabe que Adán es disciplinado porque tiene un propósito personal, pero conoce también que no sería sometido ante el Tlatoani. Por ello, mejor desgastar su imagen ahorita, usarlo para el trabajo rudo y a la vez afectar su imagen política.
Con Monreal descarrilado, Ebrard en la incertidumbre y Adán raspando sus vestiduras en la gira por el país. El camino se despeja cada vez más para Claudia Sheinbaum en la candidatura presidencial.
El líder de la 4T padece de lo mismo que sus antecesores, cree que poniendo al más débil, timorato, frágil o dependiente, podrá ser el poder tras el trono. El resultado es un albur, la estadística nos dice que todos terminan orillados por el delfín cuando éste se sienta en la silla grande.