mié. Abr 2nd, 2025

Gerson Gómez

Cobran caro y mucho. Lo hacen como para dignificar la labor de la burocracia. No funcionan en nada. Sus recomendaciones sirven como hoja para los sanitarios. Así las Comisiones de Derechos Humanos, las de Anticorrupción y las de Transparencia, son oficinas onerosas. En los estados y en la federación sus responsables se placean por las otras oficinas. Llegan tarde a sus lugares adscritos. A su alcance la tecnología sirve, pero no funciona como elemento de punto de fuga. Son los bomberos de todos los incendios. Si en la policía se muere u detenido se lanzan a escudriñar los pasos. Ya conocen los protocolos, los saltan para no perjudicar a los responsables ni llevarlos frente a la justicia. En la de transparencia existen archivos reservados casi a perpetuidad. De esa magnitud es la negativa para el ojo avizor de los interesados por conocer cómo se van gastando, no invirtiendo, los presupuestos y quienes han sido los beneficiarios por trienios y sexenios. Si la corrupción somos todos, a media de la vinculación en el dna del mexicano, las fiscalías no pueden desahogar los procesos. Sus fallas más comunes están desde el momento de la obtención de pruebas. Con ese salvoconducto, los hampones de cuello blanco y sus abogados, quienes han estado y estarán siempre en ambos lados, aprovechan las lagunas legales y también las mentales, de los agentes investigadores. Estás tres instancias son completamente innecesarias. Si tan solo siguiéramos el modelo de vida de Dinamarca, suponemos. Mientras a la par, sus patrones, los gobernadores, alcaldes y el presidente se hacen los desentendidos. sonico2@hotmail.com

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