Gerson Gómez
Aprendimos a reconocer al vecino disgustado y peleonero. A los niños contestones y traviesos. A la señorita con deseos de aprender con rapidez las sutilezas de la carne. Como también a quien se la tronaba con cannabis. Desde la secundaria, el tabaquismo disfrazado de aventura. Ir a los sanitarios a prender la bacha. Carne de cañón de los conserjes. Siempre avariciosos con quienes el cigarrillo les impulsaba por encima de las revistas para adultos. El vecino consumidor de mariguana, el rockero del barrio, falleció en su juventud. En sus horas libres, las cuales eran todas, comenzó a sacar las melodías del disco Apetite for destruction de Guns And Roses. Aún le faltaba muchísimo ensayo para domar Sweet child on mine. Se murió por mariguano, fue el corrillo sobre el fallecimiento del Quique. Pasar por la ventana de su casa siempre aceleró el corazón. La conjura dramática de no comulgar con sus hábitos. Sus otros hermanos, pintaron también su raya. Nada de pantalón de mezclilla, camisa y chaleco. Su buen padre, de oficio taxista, se cansó de todo. Hasta de su esposa y le trajo un día una niña. Vamos a adoptarla les dijo a sus cuatro hijos. No les mencionó ser su hija natural. A su mujer, abnegada y serena, católica practicante, se trajo a vivir a su madre para ayudarle a cuidar a la niña. La familia ya estaba completa. Mientras Quique con su conjunto hicieron de los guitarrazos y de la batería el espectro del barrio. El músico se murió. Lo velaron y la vida siguió su curso hacia el desastre. Nadie hasta ahora ha muerto por el uso del cannabis. Incluso ya la NBA contempla en las modificaciones al reglamento, el uso de la hierba como habito recreativo para sus jugadores. Sin amonestación o sin expulsión de la liga. Total, si quiere ver a su hijo crecer bueno y sano, póngalo mariguano. Pura Acapulco Golden dicen con los ojos rojos. Andamos de bajada. Vamos por el monchis para alivianarnos. sonico2@hotmail.com