Gerson Gómez
Ya no es el horror. Está preparado, para todo. Circula en redes el documental del Papa Francisco en encuentro con la juventud hispanoparlante. Muchos de ellos lo increpan. Le presentan los desafíos de la sociedad moderna. Los escucha, atento. Su argentinidad conoce la suciedad. La vivió en los años de los militares en su país. A la iglesia católica apostólica y romana le han salido los pecados particulares de sus parroquias e iglesias. También de sus congregantes. Ni siquiera la moderna inquisición ha logrado esconder a punta de billetes, todos los casos de prácticas obscenas y criminales. Muchos de sus sacerdotes gozan de fuero eclesial. Solo los remueven de sus espacios a otros nuevos. Las multiplicaciones de actos dolosos, de pedofilia, merman la legitimidad de la fe. El Papa Francisco intentó, en sus primeros años, de retirar del servicio la sombra de criminalidad. Les puso freno en conventos. Ayuno, silicio y oración. A fin de reflexionar los pecados de la carne. En ese documental, aparece Bergolio no Francisco, el hincha del futbol soccer. Ya conocía de entrada el tamaño del clamor. Le había, mediante selección previa, los casos más radicales y penosos. La salud de Francisco ha decaído. Ya no es el activo, sano y locuaz. Requiere de ayuda en silla de ruedas. Está cansado. No es poca materia los arrebatos de su grey y las ordenanzas. La mea culpa lo frena. Su revolución ideológica frenada por el romanismo de la iglesia. Hasta donde la edad le permita seguir, cuando se apague la sonrisa. Hasta ahí dio. Luego, vuelta a lo tradicional. Al cisma de todos los principados y potestades. sonico2@hotmail.com