Gerson Gómez
Aquí van entre la lluvia. Con peinados extravagantes. Sus maestros no se quedan atrás. En las escuelas de educación básica, los alumnos en la semana de la niñez sortearan toda clase de espontaneidad. Cabellos punks, sombreros de cartón con incrustaciones celestiales, de ropa para dormir. Hasta la improvisación requiere de planeación. En esta última de abril, la muestra del sistema fallido, desde la secretaria de educación. Los indicadores de aprovechamiento maquillan el desastre. México no es el único país en el mundo. Tal vez solo los europeos del este se salven. La pandemia del Covid 19 retrasó el reloj en décadas. De poco a nada sirvió la educación a distancia. Ni los más apegados, la muchachada de los excepcionales, han levantado la mano. Para los barrios pobres, el progreso social está estancado. Los autodidactas ni con las becas pueden llegar a fin de mes, ni asegurar los tres alimentos por día. Se hace escala de calificaciones. Solo se retiene en el grado a quienes de plano no logran coordinar lo elemental. Para la semana de locuras el bolo está asegurado. Cada uno de los diputados locales y federales, de manera puntual por parte de la secretaria de gobierno del estado, ya les avisó de las bolsitas de dulces, de los juguetes y de las activaciones con rutinas de vacilada. Todo, claro, con cargo a los impuestos. Viva la niñez. Viva la ingenuidad de los mendicantes. sonico2@hotmail.com