¿Qué le digo a mi hija? Preguntaban en redes sociales de nuestra ciudad hace un año para reclamar por la atrocidad del crimen de Debani. Y me hice la misma pregunta.
¿Qué le digo a mi hija? Lo mismo que le digo a mis hijos, porque ambos están igualmente expuestos a la decadencia moral, a unos los matan y a otros los convierten en matones (que están igual de muertos por dentro).
¿Qué les digo a ambos? Que la maldad existe, que es real y que siempre ha existido, igual que el bien.
Que pueden elegir demandar un cambio o ser el cambio.
Que tienen libertad de expresarse, pero la responsabilidad de educarse.
Que pueden buscar su bienestar individual, pero deben tener visión del colectivo.
Que son amados y por esa misma razón serán tratados con disciplina.
Que las reglas no se hicieron para romperse, sino para respetarse, porque no están diseñadas para censurarlos sino para protegerlos; y si no cumplen con esa función no deben violarse, sino transformarse.
Que el mundo exterior va a querer influenciarlos, pero no podrá definirlos si su identidad está bien cimentada.
Que van a ser heridos y los ayudaremos a curar su heridas para que ellos también ayuden a otros.
Que la única violencia que permitimos en nuestra familia es la que nos saca de la zona de confort para ser mejores que ayer, no que otros.
Que de nada sirve la libertad de expresión si no hay libertad de pensamiento.
Que pueden ser reventadores, o sembradores:Los primeros destruyen, los segundos edifican. Los primeros quieren un cambio ya, los segundos lo cultivan a pesar de todo lo que no pueden controlar.
Que tienen derecho a decidir, pero que tienen la obligación de saber qué es lo que están decidiendo.
Que se merecen todo lo bueno, pero tendrán que luchar contra todo lo malo.
Porque no es el sistema, es la gente, somos ellos y nosotros los que debemos hacer la diferencia, todos los días.
Que ya basta de buscar afuera lo que debemos cambiar adentro.
Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo; llámenlo ahora, mientras está cerca. Que los malvados cambien sus caminos y alejen de sí hasta el más mínimo pensamiento de hacer el mal.Que se vuelvan al Señor, para que les tenga misericordia. Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque él perdonará con generosidad. «Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos—dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.
¿Qué les digo? Que es tiempo de buscar a Dios.
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Is. 55:6-8
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