Por Salvador Hernández LANDEROS
Encuestar a 800 ciudadanos y “mejorar sustancialmente” la imagen de Samuel García con una calificación de un 71% conlleva riesgos en la credibilidad.
Sobre todo, si la encuesta contenía como ancla, a modo, el, “a quien atribuirle que Tesla haya decidido invertir en NL, si Samuel García o López Obrador”.
Se nota como encuesta encauzada en ese tema para favorecer. De hecho, el presidente pocos espacios tuvo, en tanto que el gobernador acaparó la mayoría.
En una encuesta así, hay riesgo de perder objetividad, sobre todo, si en un universo de casi 4 millones de ciudadanos, sólo 800 definieron ese 71%.
Porqué enfocar la encuesta sobre Tesla, un proyecto que llevará más años para conocer si su resultado es positivo en el progreso del Estado y sus habitantes.
Si la encuesta se hubiera enfocado solo al problema del transporte público, tal vez, hubiera sido el mismo 71 %, pero para “empeorar sustancialmente”.
Son miles de usuarios que día a día padecen ante la falta de camiones y las fallas en el metro. En un solo día, se hubieran encuestado, mínimo, mil pasajeros.
O profundizar del peligro latente de padecer la escasez del vital líquido. La inconformidad de vecinos donde se construirá la línea 6 del metro. Otro 71%.
Lo que se ve no se pregunta. La ciudadanía de NL se siente insegura por la criminalidad. El temor de ser víctima colateral o por despojo de pertenencias.
En la actualidad, las encuestas, como medición ya no tienen el mismo impacto. Hay desconfianza y las califican como “bobas”, “a modo” o “cuchareadas”.
La credibilidad en las encuestas se ha perdido, sobre todo si están involucradas con lo político. Lo mismo, ya está sucediendo con las redes sociales.chavalolanderos@yahoo.com.mx