Era aproximadamente el año 1900 a.C. y no había forma de saber lo que sucedía en su vientre, solo sabía que algo estaba mal.
Rebeca había sido estéril y luego de que su esposo Isaac oró a Dios y éste recibió su oración, ella concibió, pero podía sentir que dentro había una guerra.
Aún recuerdo el dolor que me provocó una patada inesperada que mi segundo hijo me dio en la columna vertebral cuando aún estaba en mi vientre, ¡me cimbró por dentro!, así que puedo entender vagamente lo que Rebeca sentía.
Cuando ella buscó respuestas en Dios, éste le reveló que no sólo cargaba a dos hijos, sino que representaban a dos naciones en constante pugna, y el conocimiento más el dolor de un par de promesas en conflicto la hicieron desear morirse.
¿Cuántas madres sufren a causa de que han confirmado sus temores sobre los hijos de su vientre?
Porque uno no se convierte en madre cuando da a luz, sino cuando engendra una criatura; porque antes de que el cuerpo lo note, éste ya se ha posesionado de la mente, se ha enraizado en el corazón y ahora es parte del alma, y no podemos negar el vínculo, ni interrumprilo, ni desaparecer jamás.
Muchas mujeres viven una maternidad que debió ser una dulce espera como un espantoso tormento, pero hay esperanza que deben saber: sus tiernos niños no son un simple alumbramiento, para el cielo son todo un acontecimiento.
Mujer, puede que sientas que algo no está bien, pero no le preguntes a cualquiera, porque no necesitas una respuesta cualquiera, pregunta a Quien tiene el poder para hacerte entender y caminar, no por vista, sino por fe; a Quien sabe todo lo que en oculto está siendo formado, cuyo embrión han visto Sus ojos y que te ha dotado de un propósito lleno de gloria.
Mujer, Dios te ha hecho sensible como Su corazón para que cuando tengas una duda lo busques a Él, cuando tengas un problema le pidas a Él opciones y cuando no sepas qué hacer, Él te dé soluciones.
En ti crecen un par de gemelos en pugna: un propósito para ti y otro propósito para los que van a creer a Dios través de ti, si sientes como un tormento, si te causan conflicto y dolor, si tal vez sientes que algo no está bien y sientes como que mueres, sí, así es la maternidad, es sentir en exceso, es morir a ti misma para ser transformada en la imagen y semejanza de Dios en ti, es tu naturaleza divina, haciendolo tal como Dios lo hizo, por amor a los demás.
Y no estoy hablando de abnegación, estoy hablando de poder, porque parece que ahora muchas mujeres son capaces de hacer todo, menos de tener hijos, pero eso es una mentira, eso es verdaderamente negarse a sí mismas y negarles a las demás el ver todo su potencial.
Tranquila, ese par de gemelos que crecen en ti, así como Dios dijo a Rebeca que el mayor servirá al menor, son tu propósito sirviendo al de tu prójimo, y entonces la gloria de Dios vendrá sobre ti y serás bendita hasta mil generaciones.
No dejes que el conflicto te haga querer morir, busca a Dios, créele y entrégate hasta ver Sus propósitos cumplirse.
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Gn: 25-26 | Sl. 139:15-16 | Jer. 1
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