Juan y Jacobo fueron apodados por Jesús como Boanerges, que quiere decir “Hijos del Trueno”, y este peculiar sentido del humor del Maestro nos muestra el grado de intimidad en su amistad con ellos.
Desconocemos si fue el carácter, actitudes, palabras o acciones los que motivaron el mote, pero sí sabemos que su servicio en favor del reino de Dios fue atronador, al grado de que el apóstol Juan debió ser exiliado a la isla de Patmos para que dejara de compartir la Gran Comisión que Jesús les dejó, porque no pudieron matarlo.
Era de él quien hablaba Jesús a Pedro cuando le dijo: —Si yo quiero que él viva hasta que yo regrese, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme.
Fue ahí, en esa cárcel del archipiélago del Dodecaneso, en el mar Egeo, que comprobamos que la Palabra de Dios no está presa y que nada ni nadie puede detenerla, porque ahí Juan recibió la revelación, que es la transliteración del verbo griego Apocalipsis.
Tal vez te has sentido preso de tus ideas en la aparente libertad, pero para Dios no hay fronteras para alcanzarte y revelarte cosas grandes y ocultas que tú no conoces, pero que deben ser compartidas al mundo.
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Ap. 1 | Mt. 16:28 | Jn 21:22
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