Óscar Tamez Rodríguez
Es moda hablar de la inteligencia artificial (IA), para algunos es el juguete novedoso o una forma de evadir tareas escolares que impliquen investigación, razonamiento, inferencia, también se usa para crear fakenews, posverdad o un ejercicio de apoyo laboral.
En el sitio www.oracle.com se explica así: “El principio fundamental de la IA es replicar, y luego superar, la forma en que los humanos perciben y reaccionan ante el mundo. Se está convirtiendo rápidamente en la piedra angular de la innovación”.
La IA es predictiva, su propósito es establecer procesos de análisis y síntesis de la información disponible en la nube a partir de conjuntar las fuentes insertas en las diferentes bases de datos.
Sus procesos son aún incipientes y erráticos en algunos casos, algo similar al razonamiento de un menor a quien aún le falta contar con más conocimientos, esto no implica que en un par de años sea una poderosa herramienta capaz de igualar, superar y suplantar al ser humano en sus diferentes funciones sociales.
El futuro y consecuencias de la IA son desconocidos, una opción está en la vieja película de 1984 llamada Terminator. La prueba es que ahí se conocieron los drones y quizá sea de ahí el nombre de drones a las máquinas que hoy llevan ese nombre.
La IA parte de un programa capaz de rastrear en la nube toda la información sobre un tema específico, establecer análisis de la misma y mandar una respuesta al solicitante. En próximos años tendremos máquinas autónomas haciendo solicitudes de información a otras máquinas, sin que por ello el ser humano intervenga, este es el momento peligroso.
Cuando la máquina deja de requerir a un humano para instalarse, mantenerse, conectarse, alimentar su información o algún otro proceso, en ese momento se vuelve autónoma y podemos atribuirle categoría de ser un ser viviente.
Al establecerse la vida artificial en una máquina gracias a la IA, podemos prever un futuro en el cual el ser humano les estorbe, ejemplo: si alguna máquina con IA tiene una programación de pacifista, ambientalista o humanista, puede considerar que amplios sectores de la especie humana son parásitos o estorban al mundo.
Se lee catastrófico, fumado, absurdo el párrafo previo, pero es tan sesudo como haber pensado hace 10 años en la IA.
Lo que es urgente atender por parte de gobiernos, empresarios, académicos y humanistas, es el potencial quebranto a la forma de vida actual, hay que prever lo que veremos en cinco o diez años adelante.
La crisis por desempleo en muchos campos del conocimiento serán una realidad. Leí en 2016 el libro “Crear o morir” de Andrés Oppenheimer en donde escribe sobre el problema del desempleo provocado por lo que puede ser llamado “la nueva revolución industrial”.
Oppenheimer escribe “No sólo en Latinoamérica, sino en todo el mundo habrá que cambiar los contenidos educativos…” El primer paso para contener la crisis mediata por el avance de la IA es cambiar en forma urgente los planes y programas de estudio en la mayoría de las carreras universitarias, ¿a dónde?, ese es el reto.
Los nuevos ambientes de producción demandarán menos mano de obra. No sólo trabajo físico, también en educación, abogacía, medicina, administración, periodismo, comunicación y muchos etcéteras más.
Habrá que ser humanos inteligentes, cambiar de la mano-factura a la mente-factura, ser creativos, innovadores y disruptivos es parte de la fórmula para sobrevivir a la IA.
Por lo pronto la IA está en su infancia, temamos a su adultez. Ya llegó y su presencia transformará la forma de vida como la conocemos.