Más de 52% de la fuerza laboral en todo el planeta no confía en sus jefes.
“Los liderazgos actuales no son tarea fácil. Para tener un equipo exitoso es necesaria la comunicación efectiva, empatía, humildad, constante aprendizaje, el reconocimiento activo de fallas, y aún más importante, la propuesta de ideas para generar cambios positivos. Sin embargo, en ese transitar, fácilmente se puede caer en cuatro tipos de síndromes—el de Cronos, el de Hammurabi, el de Napoleón y el de Hubris—de malos líderes que no siempre se identifican y que de no atenderse pueden comprometer el trabajo de todo el equipo o de la compañía”, explica Saskia de Winter, socia fundadora y Directora General de Saskia de Winter Training, firma de capacitación empresarial e individual.
Cualquier directivo o gerente debe estar al pendiente de estos síndromes para tratar de evitar malas prácticas en los liderazgos de cualquier empresa hoy en día.
Síndrome de Cronos
Esta práctica es la del “líder” que sólo se dedica a anular el talento ajeno. Particularmente, lo hace con el fin de no sentirse nunca desplazado. Se puede identificar a la hora de dar retroalimentación—sobre todo cuando un líder no da ningún tipo de comentario positivo—y puede afectar la motivación de mediano y largo plazo en un equipo de trabajo.
Síndrome de Hammurabi
“El líder con complejo de Hammurabi es el que crea procesos laberínticos para que nadie pueda avanzar la comunicación al interior de un equipo de trabajo. Estas trabas se establecen para paralizar por completo cualquier tipo de diálogo en una organización. Si se cae en esta práctica, muy rápidamente una empresa completa puede comenzar a colapsar, puesto que se empantana una parte importante de la operación cotidiana del negocio”, agrega de Winter.
Síndrome de Napoleón
Como el nombre lo indica, el de Napoleón es un síndrome para líderes tiranos. Aquellos que humillan públicamente a sus colaboradores, incluso mediante ofensas y amenazas. Su poder viene del miedo y, por lo mismo, es difícil que logren contagiar entusiasmo en sus equipos de trabajo, que probablemente viven buscando trabajo perpetuamente.
Síndrome de Hubris
“El peor síndrome de malos líderes es el de Hubris. La arrogancia le nubla el juicio, y la prepotencia y la soberbia están a la orden del día. Es la gente que jamás puede inyectar de confianza a un equipo de trabajo y que, de tal modo, termina sin poder concretar proyectos de gran calado porque se quedan, irremediablemente, solos”.