“Júrenme en el nombre de ese Dios que tratarán bien a toda mi familia, así como yo los he tratado bien a ustedes. Denme alguna prueba de que así lo harán. Prométanme que salvarán a todos mis familiares! ¡Sálvennos de la muerte!”- fueron sus palabras.

Ella era una prostituta. Ellos eran espías.

La misión: reconocer la ciudad que iba a ser destruida.

Parece guión de novela ¿verdad? Pues esta historia es real.

El muro derribado, la ciudad destruida, sólo una casa sobre la muralla quedó en pie como testimonio: la de Rahab y su familia.

Cualquiera puede entrar a una casa de perdición, pero un día, esa casa fue transformada en casa de salvación para todos los que creyeron y permanecieron.

Por la fe de una se salvaron muchos.

No importa quién seas ni de dónde vengas, pon atención a quienes llegan contigo y reconoce el poder del Dios que viene con ellos.

Una decisión a tiempo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Ella fue audaz porque ya no tenía nada que perder y recibió una promesa: si el cordón rojo colgaba de su ventana, sería la señal para que su casa fuera librada.

El cordón rojo representa el sacrificio de Cristo por ti. Si tu tienes esa marca, será la señal de tu redención.

¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo.  Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.

Josué 2 y 6.

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