Gerson Gómez
Recuerda la época de Alfonso Martínez Domínguez. Del político serio y auto disciplinado. Sin estudios más allá de la primaria. Olvide maestrías o doctorados en el extranjero. Mucho menos secundaria, bachiller o licenciatura. Martínez Domínguez llega a Nuevo León impuesto desde el comité central del PRI. En la disciplina del silencio del junio del 71. Comer sapos sin hacer gestos. La crisis hídrica ha sido siempre la condición de la geografía. Alfonso cuenta con el apoyo del presidente López Portillo y del sucesor Miguel de la Madrid. Emprende la obra del siglo. Como le llamó a Cerro Prieto. Conservar agua para la época de secas. Ingeniería hasta hoy vigente. De ahí, además de la campirana Presa de la Boca y la que hoy sigue sin avanzar, Libertad, terminaría con la racionalización en los hogares. Mantendría intocable a la industria. Incluso a precio de sangre de los habitantes metropolitanos. Por años Agua y Drenaje, empresa descentralizada del Gobierno de Nuevo León, agua pura y de calidad. Innecesario instalar filtros o la compra de garrafones para el consumo humano. A nadie se le negaba un vaso de agua. Incluso las llaves de paso, en el primer cuadro de la urbe, contaba con la mariposa. Prenderte del grifo saciaba sin la necesidad de ir hasta casa para continuar con los juegos vespertinos. Instalar en el 2023, en las zonas residenciales, contenedores colectivos, demuestra la sintomatología de una enfermedad grave, terminal. Insistimos, en los barrios donde los habitantes son personas mayores, de la tercera edad, sin la fuerza suficiente para acarrear tinajas. En esas colonias donde la vida familiar solo es los fines de semana. A la visita de los hijos y los nietos con sus parejas. Deben explicar Barragán, director de AYD y Samuel García, como se perdió la capacidad de la empresa, de ofrecer agua potable. Además de esas premoniciones comunitarias, antes de la llegada de la canícula. sonico2@hotmail.com