Gerson Gómez
Escuece las manos la numeralia de negocios. Al sentarse en la alcaldía el fenómeno sucede. Olvidan por arte de magia sus compromisos. Cumple, por lo menos en la mente, con el proceso ramplón de los cien días.
Con ello asumen el cumplir con sus electores. El relumbrón, el enamoramiento ciudadano ya viene en caída libre.
Los planes de trabajo son inoperantes e imposibles. Queda, como en el naufragio adelantado, nadar de muertito. Asistir a las reuniones sociales, remover un poco, lo más urgente.
Tapar baches con asfalto. Desazolvar, acompañados por los reporteros y fotoperiodistas, el drenaje profundo. Las participaciones federales siempre son y serán insuficientes.
En las horas de trabajo, los días de la semana inglesa, confirman asistencia a los eventos partidistas. La cruz de la parroquia jamás se niega.
Nuestros políticos esquizoides sueñan siempre con la grande. Los inflan con helio de dudosa calidad. La venta de espacios publicitarios nunca cesa.
Bipolares, dementes y esquizofrénicos reniegan de la ciudadanía. Del comportamiento cultural de todas las décadas.
Sentados en el polvorín, la mecha continúa prendida. Sus equipos de trabajo aprietan a los trabajadores de planta. Falta por cumplir al responsable de abanderar, al ahijado de la responsable del sector popular de la urbe.
Acomodarlos en la sombra de los tres años bien ganados en las urnas. La fidelidad, la lealtad y lo acomodaticio habla el idioma del futuro inmediato.
No hagan olas, no descobijen, no investiguen, tampoco pidan información vía transparencia.
Somos diferentes, no somos iguales, somos el cambio. El nuevo de la nueva forma de hacer negocios. No nos confunda.