Óscar Tamez Rodríguez
La democracia en México se instaura a partir de la consolidación de la república en 1824, la Constitución establece que será una nación republicana, democrática y federalista, entre otros conceptos.
Son cosas disociadas la verdad jurídica y la verdad histórica en este país. La democracia no se consolidó hace 200 años ni está acabada en el 2023 con la 4T.
A partir de 1867 comienza una era de democracia la cual termina a modo del presidente Porfirio Díaz quien manipula la Constitución para perpetuarse en el poder hasta 1911 cuando es expulsado por la revolución maderista.
Desde 1920, los autollamados herederos de la revolución mexicana se proclaman fundadores de la democracia en México. Así surge el caudillismo que pronto se transforma en partido político, el PNR.
Durante décadas (de 1920 a 1988) el partido surgido de la revolución (PNR a PRM y de ahí a PRI) se autoproclamó como impulsor de la democracia, a tal que en la documentación oficial de gobierno se remataba con el lema “Sufragio efectivo. No reelección”.
La frase usada por Madero se convierte en el grito democrático del PRI y sus gobiernos. La Constitución sigue siendo la máxima ley garante de la democracia, sin embargo, esa verdad jurídica se mantiene distante con la verdad histórica.
Es oportuno señalar que no arribó la democracia del siglo XX como algo acabado, ni aquí ni en casi ningún país del mundo. Su aplicación evoluciona y se transforma en la medida que la sociedad exige se cumpla con la verdad jurídica.
Es falso que no hubo democracia en el país durante el régimen priista, pero también es falso que ese régimen fuera democrático. En consecuencia, debemos comprender que la democracia es una forma de vida político-social en permanente construcción, lo mismo en México que en otras partes del mundo.
En la medida que las sociedades maduran y sus necesidades primarias se ven satisfechas, los ciudadanos reclaman sus necesidades políticas, las democráticas en el caso de la sociedad mexicana.
Las exigencias de legalidad, transparencia, confiabilidad, certidumbre y respeto a la voluntad popular se alcanzó paulatinamente, lo mismo en la verdad jurídica que en la verdad histórica.
La democracia mexicana evolucionó con mayor velocidad en la medida que las mujeres se unen a la fuerza laboral remunerada y los jóvenes ingresan a la educación universitaria impregnada del pensamiento comunista en muchas universidades públicas.
Los años 60´s, 70´s y 80´s fueron determinantes para lograr eso de “Sufragio efectivo. No reelección”. Se abren espacios a la pluralidad política, se legisla para garantizar la equidad y legalidad electoral en las urnas y posterior a las elecciones, se consolida la diversidad política y la pluralidad ideológica en el poder legislativo.
La democracia en el país no surge por generación espontánea ni a causa de un cataclismo como lo han querido hacer ver los gobiernos de transición.
No nace la democracia con el triunfo del PAN en el año 2000 cuando saca pacíficamente de Los Pinos al partido hegemónico (PRI); como tampoco surge con los movimientos estudiantiles de los 60´s y 70´s en el país.
La manipulación democrática y el uso político del discurso son eso, discursos políticos de una ideología en el turno del poder. La democracia ha evolucionado en el último siglo y seguirá cambiando ante las exigencias de los ciudadanos.
Queda un largo camino en participación ciudadana, legalidad y transparencia electoral. Ni la 4T es democráticamente pura, ni los gobiernos que le antecedieron lo fueron en su totalidad.