Gerson Gómez
Primera escena. El muchacho delira. Acusa a todos. Los pasa al patíbulo. Pelea batallas pírricas. Pierde. Pierde. Pierde.
Segunda escena. Agua para todos. Nuevas líneas alimentadoras para la urbe sedienta. Abunda el agua. Para los próximos cincuenta años. Falso, falso, falso. Los conductos conectados solo pueden bombear aire.
Tercera escena. Trabajo para todos. Cientos, no, miles. La prosperidad ha llegado. Nuevo León es la tierra prometida. La California de la obra literaria “Las Uvas de la Ira”. A donde emigran de todas las geografías internas del México profundo. Naves industriales. Chamba para todos. Como nunca. Nearshoring. Todo relumbra, todo es oro.
Cuarta escena. Amparos para todos. Secretarios y directores de empresas publicas descentralizadas. Ahí viene Arratia, incluyan a Peredo, no olviden a Barragán.
Quinta escena. Tiendo la mano como lo hizo Diaz Ordaz a los contrarios. Es momento de unirnos. De olvidar las escenas de pelea. Celebramos el 200 aniversario de la fundación del Nuevo Nuevo León. Toma de protesta de los involucrados. Armisticio. Inventemos. No. Innovar. Orgullosamente norestenses. Como pasamos por alto tan noble evento. Fake. Fake. Fake.
Ultima escena. Brinca, Jump. Brinca. Rompe con los paradigmas del país extranjero. La imagen de su embrutecida majadería genera veto al trabajador local. Ya llevamos miles, no, cientos de empleos de calidad. Mínimo 50 mil pesos por mes.
Buena fortuna para todos. Hasta para mí. Falso. Nuevo León sucumbe. Eso es real. Una tragedia demoledora cada mañana. Si diosito no envía lluvia, no llega el transporte urbano y los grupos criminales siguen con la matanza cotidiana. Esto es real. Muy real.