Los colores de la túnica de José no solo simbolizaban algo llamativo, eran el reflejo de la riqueza económica y cultural de la familia.
Cada color se hacía con los materiales de los lugares donde su familia había vivido y contaba una historia y ofrecía experiencia para el futuro. Tus padres y abuelos tienen mucho que contarte: escúchalos y aprende!
Una túnica de colores sobre José mostraba que la herencia cultural de su familia estaba sobre sus hombros y a él le correspondía protegerla.
Los sueños de grandeza de José no eran para su propia exaltación, sino parte de su responsabilidad, porque la grandeza siempre será para servir a otros, nunca a nosotros mismos.
El legado que José debía compartir no iba poder transmitirse si su familia moría durante la hambruna que Dios sabía que vendría sobre la tierra años después, por eso Dios usó el mal para bien, y lo puso en alto para salvar a la casa de su padre Israel, y que la promesa de Dios a Abraham, Isaac y Jacob se cumpliera: que se convirtieran en una gran nación.
(Dios cambió el nombre de Jacob a Israel, como una forma de enseñarle al mundo que Él borra el pasado y nos ofrece un futuro como una persona nueva y diferente, solo por la fe)
Dios nos da sueños y visiones que nuestra propia inmadurez nos hace pensar que son para nuestra grandeza, cuando en realidad son para mostrar al mundo que la grandeza solo le corresponde a Dios y que nosotros somos Sus instrumentos para preservar la vida del resto de sus hijos, aunque estos nos hayan hecho daño.
Se vale soñar, si soñamos en que toda la gloria se la lleve siempre el Dios de la Biblia, el que le hizo la promesa a Abraham, Isaac y Jacob.
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Gn. 37-50
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