Y pusimos otros dioses en el mismo altar que sólo a Dios le correspondía.
Dios no existe, dijo Nietzsche, y le creímos.
Otros lo disfrazamos de filosofías, lo meditamos, multiplicamos y decoramos con ropas de colores y nos inclinamos ante ellos, los colgamos en todos lados y los veneramos, mirándolos con más amor que a Aquel que dio la vida por nosotros.
Y empezamos a llamar Su nombre supersticiosamente, en vanalidades, lo redujimos a un diosito, y lo escupíamos en cualquier chiste o comentario.
El día que era para adorarlo a Él con toda nuestra mente, alma y fuerzas, lo usamos para descansar y gastarlo en nuestros propios deleites.
Dejamos de honrar a nuestros padres y comenzamos a maldecirlos.
Matamos con las palabras y con las manos, de acción y de omisión a hombres, mujeres y niños (dentro y fuera del vientre)
Adulteramos cometiendo relaciones sexuales prohibidas con el cuerpo y con la mente, dentro y fuera del matrimonio que Dios bendijo (hombre y mujer)
Robamos, mentimos y difamamos sin vergüenza, codiciando en las redes sociales y en la vida real lo que otros tienen para nosotros mismos.
¿De verdad creemos que estamos bien?
¿Que no hemos hecho nada malo?
Hasta ahora yo sólo he citado los 10 Mandamientos, pero puedo decir que le hemos fallado a Dios en todo, y aún así Dios nos sigue dando una oportunidad de arrepentirnos.
Perdónanos señor porque te hemos dado la espalda. Perdonamos porque te llamamos Maestro y amigo, y te entregamos con un beso. ¡Vaya que hemos fallado!
Señor este día hoy pedimos perdón porque como nación hemos pecado contra el cielo y contra tí, solo contra tí hemos pecado.
Lávanos más y mas de nuestra maldad, límpianos con tu perdón, porque sabemos que la paga del pecado es la muerte y sólo tú nos ofreces vida eterna a través de Jesucristo.
Jesús, te hemos negado una y otra vez, no sabemos cómo amarte pero necesitamos que nos enseñes, queremos seguirte y obedecerte.
Hoy queremos dejar todo atrás, hábitos, costumbres, herencias…. lo dejamos como si fuera basura porque tú eres nuestra riqueza, ¡háznos de nuevo!.
Aunque no sé el día ni la hora de mi muerte, sí sé qué la muerte está al asecho y no quiero perder la oportunidad de entregarte mi vida para que la transformes a tu imagen y semejanza de nuevo.
Dios está llamando a todos a un cambio.
¡Invita a tu familia a hacerlo!
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Ex. 20 | Sal. 51
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