vie. Abr 25th, 2025

Gerson Gómez Salas

En la narrativa de los pilotos de la seguridad y militares ha provocado risa. Ni siquiera en el estado de Nuevo León existe personal calificado para navegarlo ni el mantenimiento. Por eso el alza significativa de la prima de seguro. La aeronave, además, requiere de quinientos metros para levantarse. Su compra, de este helicóptero militar usado, en la Sudamérica de los grupos del crimen organizado y de las fuerzas revolucionarias, levanta ámpula de sospechosísimo. Samuel Alejandro García Sepúlveda juega una carta muy peligrosa. Ya el bróker cobró la comisión de la venta. El Black Hawk supera el broncodrón de Jaime Rodríguez Calderón. Los pilotos de la seguridad y militares conocen los cielos de la frontera norte. Ellos han surcado los recovecos de los grupos del crimen organizado. Fumigaron los campos de amapola, mariguana y en establecer las coordenadas de los laboratorios de procesamiento de fentanilo. Ríen entre el humo de delicioso café. Lo aderezan con pan recién horneado y almuerzos de fruta nueva. El güerco Samuel, como le llaman en sus mesas, en la fiesta de los escorpiones del aire, no tiene la menor idea de la inteligencia social, de la prevención del crimen. De encontrar las buenas formas de la administración pública. Los pilotos comparten chascarrillos de Colosio Riojas para variar la carne de la presa. El Black Hawk es un exceso. La aeronave de la vergüenza. Una caricatura sobre la táctica para no continuar dilapidando recursos con ideas tan extravagantes, como imposibles de implementar. En caída libre sobre los cielos azules de Nuevo León. sonico2@hotmail.com

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