sáb. Dic 21st, 2024

Óscar Tamez Rodríguez

Terminó el proceso para selección de candidatas en las dos coaliciones vigentes, la de Morena y aliados y la del PRIAN y aliados. Ambas con el mismo resultado: un cochinero. Se le llama selección de candidatas, pero en ambos casos fue un show, para justificar la imposición de las ahora coordinadoras de sus coaliciones, un cargo fantasma e ilegal creado para hacer pre, pre, precampañas anticipadas. En ambos casos aplica la clásica expresión de la política: “Nuevas caras, viejas mañas”. La elección de Xóchitl se da en medio de la traición de Alejandro Moreno al anunciar que el PRI abandonaba a Beatriz Paredes y se unía a la panista aun sin concluir el proceso. La madurez de la tlaxcalteca permitió transitar sin mayores consecuencias a pesar de los actos de deslealtad y traición del presidente del PRI quien debió esperar a que fuera Paredes quien anuncie su retiro. Xóchitl llega de un proceso a modo, hecho para que fuera ella la candidata. La decisión es evidente, no importa si es el perfil más técnico, el mejor para la vida del país o quien mejores propuestas ofrezca, la decisión está basada en que es la más populista y con ello atrae votos. Claudia Sheinbaum surge de un proceso amañado, lo escribimos en esta columna “Política e Historia” hace una semana, no es en la aplicación de las encuestas donde está la “tranza”, la cargada inició hace más de cuatro años en favor de ella. A la morenista tuvieron que placearla, gastar cientos de millones en propaganda, subirla a la imagen del mandatario y armarle un proceso a modo donde no hubiera posibilidades de que perdiera; aun así, hubo suficientes irregularidades en el levantamiento de la encuesta que permiten dudar de su aceptación popular. Claudia se proyecta como insípida y Xóchitl como populista. La primera sin carisma y la segunda sin fondo en el mensaje, ambas protegidas por el sistema para que no las desbanquen; ambas surgen de los mismos partidos de siempre y con las mañas de antaño. Mi abuela Juana diría: “perro huevero aunque el hocico le quemen”, expresión campirana que se traduce como que alguien enmañado o con hábitos indeseables, por mucho que se hagan esfuerzos para cambiarle, seguirá aplicando sus malos hábitos. Morena, el PT, Verde, PAN, PRI, PRD y los que estén involucrados en ambos frentes enseñaron el cobre, aplicaron las argucias de siempre, quizá porque no hay forma de cambiarles los hábitos. Muchas personas hablan del gran éxito: ahora son dos mujeres con posibilidades de triunfo, de entre ellas saldrá la próxima presidenta de México. ¿Eso en qué nos beneficia si surgen de un proceso turbio como los de siempre? Serán candidatas y una de ellas gobernará, pero lo hará desde los mismos vicios de la partidocracia tradicional. En ambas coaliciones invirtieron cientos de millones de pesos para maquillar la imposición, en ambos casos enlodaron los organizadores su festejo. Habría sido más sencillo que imponiendo su poder, las o los dos jugares del tablero descarrilaran a las demás piezas y dejaran sólo a sus protegidas. De qué sirve que puedan ser muy capaces Claudia y Xóchitl si a ambas las persigue el fantasma del fraude en sus partidos. Habremos de esperar por conocer si las coaliciones que abanderan a las dos se trasladan a los terrenos estatales y municipales, pues no quiero imaginar el Galimatías que representará tener a candidatos de Morena, PT, PAN y PRI, entre otros, disputando la misma diputación o alcaldía y defendiendo la misma causa presidencial. Tiempos nuevos con costumbres de siempre. Diría mi abuela: ¡Chango viejo no aprende maroma nueva! 

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