sáb. Dic 21st, 2024

Raúl Guajardo Cantú
Marcelo Ebrard es un político con todo el camino recorrido, vivió el “engaño” que le hiciera a su tutor, Manuel Camacho Solís, el presidente Carlos Salinas de Gortari, supo cómo el derecho al pataleo, una institución en la política mexicana, funciona a condición de que quien patalea esté dispuesto a agachar la cabeza, e hincarse ante el ganador en el momento indicado, antes o después no es aceptable para el sistema.
Por eso llama la atención que Marcelo continúe reaccionando como si quisiera negociar con Morena en momentos en los cuales ya no es tan apetecible una negociación, para nadie.
Si Ebrard fuera un joven político, con posibilidades de un futuro, quizá pudiera entenderse su postura de intentar amenazar con el petate del muerto a Morena, de irse a Movimiento Ciudadano, pero no lo es.
Él ya vivió el momento en que su mentor, Camacho Solís, se fue como candidato a través del partido del Centro Democrático, PCD, fundado por él mismo y el resultado fue desastroso, no alcanzo siquiera un uno por ciento de la votación, hundiendo con ello toda la trayectoria que había tenido, una trayectoria brillante, por otra parte.
Marcelo está a punto de repetir esa trayectoria y vivir ese triste final, en Morena, como él mismo lo dijo, ya no tiene cabida, porque él mismo se cerró la puerta al declarar como lo hizo. No es culpa de otros lo que está viviendo, sino de él mismo.
Ebrard, un político experimentado, debió saber que el proceso en el cual participó estaba diseñado para que triunfara Sheinbaum, él tiene la capacidad de haber previsto lo que sucedió, era el escenario más probable, no puede hoy llamarse a engaño.
En ese punto, cuando decidió participar, debió tener previsto la forma en que iba a reaccionar ante el resultado, previsible por lo demás, si hubiese aceptado y le hubiera levantado el brazo a la ganadora, hoy tendría un mayor margen de acción, es cierto que lo más probable es que no le iban a cumplir a cabalidad lo prometido, pero tendría margen de acción.
O, por otra parte, pudo haber tomado la decisión de no participar y en ese momento su descalificación del proceso hubiera tenido más peso, pero como dicen, el hubiera no existe y a lo hecho, pecho.
Hoy, lo que haga solo abonará en favor de la candidatura de Sheinbaum, a menos qué se decida a trabajar en favor de Xóchitl y poner a su disposición los expedientes que se rumora tiene.
Lo demás es simplemente ejercer ese tradicional derecho al pataleo.

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