Hace tiempo vi la fotografía de un héroe de guerra que avanzaba llorando solo en un desfile conmemorativo: era el único sobreviviente de su batallón.
La imagen me resultó conmovedora, porque había regresado de pelear una guerra y no tenía compañeros con quien compartirlos, pero también porque en ese momento, la imagen también mostraba un público indiferente ante la escena.
¡Ese hombre había peleado por ellos también y no había ningún aplauso ni de ánimo ni de agradecimiento ante los espectadores!.
Y así estamos, vacunados contra el asombro, sin reaccionar mientras bajamos el scroll de la pantalla, mientras miramos a través de la ventana.
Lucas, el médico gentil que creyó e investigó con diligencia el orden de la vida y la obra de Jesús en su evangelio hace una pregunta conmovedora: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”
Es posible que no, o que esté en su nivel más bajo.
¿Por qué sucede esto? Si es el mayor de los héroes, el que venció a la muerte para que todos tuviéramos vida, ¿dónde están los agradecidos? ¿los que creen?
Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no se pueda ver.
Es tiempo de dejar de concentrarnos tanto en pedir y comencemos a creer y a dar.
Creemos que nos merecemos todo, y si no lo recibimos, nos mostramos indiferentes y vamos a buscar otro patrocinador.
Prepárate, el Rey viene…la vacuna contra el asombro tiene un antídoto, se llama fe.
¿Crees esto? Habla con Dios, lee la Biblia y descúbrelo. Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.
Jn 6:26 | Sal. 47 | Hb 11:1
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