Gerson Gómez Salas
Cansó ya a los desorganizados integrantes de la sociedad civil. La distancia entre sus dichos y la condición real es abismo.
Todo el espacio de prudencia convertido en ceniza. Los nuevos liderazgos sociales, los de la necesidad, nacen en la sangre de las avenidas.
A ellos, no los ha copado. Tampoco van a negociar políticamente. Tienen sed. Las absurdas medidas de tandeo. Del derecho humano por el agua.
A Samuel Alejandro García Sepúlveda se le acabó la magia. Ya demostró las contradicciones del discurso oficial. Puede desviar la atención usando encuestas patito-realizadas por el Sistema de Radio y Televisión de Nuevo León.
No llegará a la presidencia de México. Los indignados de Nuevo León, los nuevos activistas, conducen otra agenda.
Samuel protege a toda su familia con amparos leoninos. Distorsionada la realidad cerebral de sus decisiones. Ardemos de ira. La patente de corso de un salvaje, grotesco, fantoche y miserable gobierno de puro trámite.
Desencantados, heridos, mal olientes y saqueados. Por ahí viene la boleta del 2024. La orquesta de sus secretarios sigue tocando mientras el barco se va al fondo.
Samuel, Mariana, Félix, Glen, Mike, Ignacio, Ximena, Osvaldo, Hernán y una larga lista de impostores le dan vida y luz a un monstruo arribista y destructor.
Impaciente, como en sexenios atrás, el sector más golpeado, la ciudadanía, ya descubrió el tamaño inmenso de la impostura. Incluso las paredes, de un proyecto poético avenido a menos, resultan infamantes para la vista.
Nadie imagina un presidente regio. El chascarrillo empoderado de Movimiento Ciudadano ya molesta incluso a sus antiguos socios y compinches. A todos esos priistas y panistas desertores, quienes apoyaron con la estructura electoral en la elección para gobernador.
Samuel y Mariana, les mordió la mano a todos.