Gerson Gómez Salas
Todo un atleta, pensador profundo y heredero con apellido alumbrante, José López Portillo acuñó esa frase sensacional.
Con eso le dio un vuelco a la historia. Ya existía en Porfirio Díaz con los científicos. Álvaro Obregón al Partido Laborista Méxicano. Plutarco Elías Calles con todos los generales. Excepto Lázaro Cárdenas quien envió al ejercito y lo exilio del país.
Ávila Camacho a los caprichos de su hermano Maximino. Miguel Alemán Valdés a los caprichos de las rumberas, estrellas de cine y desarrollo inmobiliario de Acapulco.
Gustavo Díaz Ordaz a todos los caprichos exóticos, hippies y de amor libre, de su hijo Gustavito. Echeverría amaba como entenado a Porfirio Muñoz Ledo. Casi le consigue el premio nobel de la paz y hasta dirigir la ONU.
Otra vez López Portillo con Margarita, con su hijo mayor y hasta con Sasha Montenegro. Miguel de la Madrid a todos los tecnócratas de la escuela de Chicago. La renovación moral ya venía ganando terreno.
Salinas de Gortari embaucó a todo un continente. Cuando su elegido Colosio renegó de las raíces lo silenciaron en Lomas Taurinas. No había tiempo para ver un México lleno de agravios.
El emergente Zedillo Ponce de León le heredaron la quiebra del país, el error de diciembre y las pocas obras.
A Fox el prozac, Martha Sahagún y todos sus hijos. Calderón le hizo la guerra a los invisibles, situación aún cobrando vidas en el ejecutometro.
Enrique Peña Nieto al capricho de su telepresidencia. Angelica Rivero al terminar los seis años volvió a brazos de su ex esposo.
Andrés Manuel a los militantes de la 4T, una mujer científica con apellido hebrero.
En Guerrero la hija del cacique local gobierna. En Sonora, Manlio Fabio con todos los miembros de su sangre.
El pobre Nuevo León, ahora padece el orgullo del nepotismo. Toda la familia del gobernador amparada para cualquier investigación. Les protegen sus derechos de competencia para su veinteañera esposa, en su carrera por el senado. Pobre Mariel. Pobre Oreo el perro abandonado. Total. En el nepotismo nacional somos IMPARABLES. Como nunca.