jue. Sep 19th, 2024

Óscar Tamez Rodríguez

Días atrás vi un video de esos reenviados en cadenas y en el cual se habla de cómo el mundo padece crisis diversas por la falta de humildad para entender que existen múltiples verdades y no una sola verdad.

El éxito de la democracia se sintetiza en dos cosas: saber que pronto puedes cambiar de persona, partido o ideología si te equivocaste al decidir, o aparece en el mercado electoral una mejor propuesta; segundo, que se asumen la tolerancia y el respeto como fortalezas para convivir en la diversidad surgida desde la pluralidad de pensamientos.

En el republicanismo democrático se establece un contrato social que se plasma en la Constitución dentro de un grupo social constituido como nación, sea una micronación como un municipio o macro como un país. Para efecto es lo mismo.

La Constitución tiene al menos tres apartados, la mexicana tiene según algunos, hasta cinco secciones: la dogmática, orgánica, programática, social y los artículos transitorios, cada sección con gran valor jurídico.

Concretamente la dogmática nos garantiza los derechos y libertades, lo mismo de creencias religiosas, pensamiento, ideología política, diversidad sexual, educación y libertad de expresión, por citar algunas. Esto es gracias a vivir en una democracia republicana.

Las personas tendemos a exigir que los demás piensen, sientan, opinen, se conduzcan y actúen como nosotros lo hacemos, como creemos es lo correcto y el deber ser apropiado.

No dimensionamos que cada persona responde en sus conductas a su personal y privada escala de valores axiológicos, sociales, cívicos y de vida. Así, aunque en la cultura mexicana el homicidio es reprobado desde los valores sociales y axiológicos, existen condicionantes que permiten entenderlo como un acto axiológicamente aceptado.

Ante la incapacidad de tolerar la diversidad surgida desde la pluralidad, nos volvemos autoritarios, impositivos, excluyentes de los diferentes, de quienes no responden a nuestra escala de valores.

Entendiendo lo anterior podemos comprender lo sucedido en Ucrania por parte de Rusia, una nación invadida por otra porque el poderoso considera que el débil no se somete a sus escalas de valores. Lo mismo sucede con el medio oriente, dos naciones disputando, además de temas económicos y de poder, un asunto de ideologías religiosas desde la intolerancia.

Recientemente en la feria del libro de Monterrey tuvimos un caso similar con grupos de la diversidad sexual. Hubo intolerancia por un sector de la población que fustigó a los organizadores de la feria y en repuesta, intolerancia de algunos participantes quienes cancelaron su presencia ante la exclusión del grupo de personajes de la diversidad sexual.

En los tiempos políticos que vivimos en donde el presidente logra polarizar al país en buenos y malos (Usted asuma quién es bueno y quién malo), los grupos se radicalizan en su intolerancia. Los grupos que durante el sexenio fueron víctimas de la polarización, hoy agreden a quienes piensan diferente por el sólo acto de no coincidir en ideas políticas.

Los intolerantes argumentan que el diferente está equivocado, lo agreden y victimizan; todo porque no se somete a la tiranía del intolerante quien cree que su verdad es la verdad.

La democracia, el republicanismo y las sociedades modernas sobreviven en armonía gracias a que reconocen la existencia de múltiples verdades sobre un mismo hecho. En la paleta de colores hay matices y tonos que diferencian a un mismo color.

Urge aprender a cohabitar entre la pluralidad de las verdades y abandonar la intolerancia de la verdad única.

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