mié. Sep 18th, 2024


Gerson Gómez Salas
Todas las tardes se arremolinan. Es la única calle de subida al cerro. Ahí eligieron desmontar el terreno. De precaristas usando burros en terrenos álgidos. Ahora, el concreto con estrías para evitar el derrape.
La zona sigue deprimida. Es caldo de cultivo para muchos. Entre las callejuelas esconden el guato de mota, las piedras de cocaína y el super destructivo cristal.
Vecindario difícil hasta para las granaderas de la Gendarmería Nacional. Prefieren dejar al ajuste de cuentas entre los vendedores. Conviven entre los chacales y rufianes, familias de bien.
Ellas usan los escarabajos, ese famoso vehículo alemán, a precio de 25 pesos por usuario. Es eso o aventárselo a patín.
El año anterior pagaban 10 pesos. Luego, los mismos dueños de la zona, comenzaron a pedir piso. Ni modo. Subir la serranía urbana cansa. A eso añada la crisis hídrica. Sin agua para darse una ducha o para beber de las llaves en las viviendas. Incluso las comunitarias están secas.
Acostumbrados a las ráfagas de metralleta. Apenas pardea la calle se encierran. Doble candado de por medio. Las mascotas se van para adentro.
Vender e irse a otra parte, ni locos. Están a tiro de piedra del primer cuadro de la ciudad. El terreno y la casa valen cero. En sano juicio, comprar problemas sería lo último.
Aquí viene de nuevo la tanda de 10 escarabajos. Uno tras otro suben apretados. Dos a tres tripulantes junto al conductor.
En pura primera la subida. Ruge el motor. De bajada en segunda. Ya salió para cubrir los pendientes de la semana. Mañana, Dios dirá.

Por Admin

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