Por Óscar Tamez Rodríguez
El poder legislativo representa al soberano, es quien asume la voz del pueblo. Su existencia sólo puede entenderse en estados republicanos pues es donde existe la división de poderes y los gobiernos sometidos a una Constitución.
El poder legislativo en México se materializa en la figura de los diputados y senadores en la federación, en diputados en las entidades y en regidores y síndicos en los municipios.
Es en el poder legislativo donde se vive la democracia representativa y de representación proporcional. Esto significa que la democracia se reconoce plural, diversa y pluripartidista por lo que abandona la democracia de mayorías para ser una incluyente con las minorías.
Actualmente existen 500 diputados y 128 senadores. De los diputados, 300 son electos por la figura de mayorías (aunque deberían llamarse frecuentemente de primera minoría pues obtiene más votos el abstencionismo); otros 200 diputados son electos por la RP. Surgen de una lista predefinida por los partidos políticos, en ella se acomodan a los compromisos y no necesariamente a los mejores legisladores.
El Senado tiene 3 formas de elección a sus legisladores; en este caso, son representantes de la nación. En el senado hay 64 senadores electos por primera minoría: una fórmula de dos que gana la elección. Otros 32 surgen de la RP de primera minoría: el equipo que queda en segundo lugar en el estado donde compite. Los siguientes 32 surgen de la RP mediante listas de inscritos por circunscripciones en el país: se divide al país en zonas y en ellas se inscriben listas de candidatos mediante listas de partidos.
La función del poder legislativo… ¡Bueno! Además que algunos se comportan como corifeos, aduladores, secuaces, cómplices y serviles del poder ejecutivo en turno cuando son del partido en gobierno; tienen la tarea de aprobar, reformar, modificar, enmendar o emitir leyes derivadas de la Constitución, también aprueban cada año los presupuestos de ingresos y egresos.
Lamentablemente su función se asocia a incompetencia, negligencia, incapacidad, corrupción, chapulineo y otros vicios del sistema político, son servidores públicos mal calificados, por ello la sociedad pide con recurrencia, que se eliminen o disminuyan en número pues siguen línea de sus líderes y partidos y votan siguiendo al cencerro.
Casos de lo dicho son muchos. Usted amable lector decida los casos donde encuentre la actitud descrita, aunque puede disentir y señalarme de exagerado y crítico excesivo de los comprometidos, entregados y leales legisladores.
Un antídoto a la crisis en el poder legislativo es el surgimiento de la sociedad civil organizada donde se transita a la democracia semidirecta, participativa o incluyente en la cual los mecanismos como el referéndum y consulta ciudadana, entre otros, han transformado nuestra democracia de representativa a semidirecta.
Es un error pedir que se disminuyan los diputados y senadores, en su caso exijamos que haya más con menor costo al erario y con mayores candados para que cumplan su responsabilidad.
No es disminuyendo la representación popular del soberano como se resuelve la impericia del poder legislativo; ellos son nuestra representación, urge obligarlos a rendir cuentas a sus jefes: el soberano.
Vivimos múltiples dudas sobre la función legislativa: ¿Debemos reducirlos, exigir ciertos perfiles profesionales para la función, postular candidatos a legisladores ajenos a los partidos políticos?
Muchos son los debates, pero… ¡Uno solo como Belisario Domínguez, bien vale la pena aguantar al resto!