sáb. Dic 21st, 2024


Gerson Gómez Salas
Les costo desprenderse de la reunión ordinaria. De los ornamentos anquilosados. Dinamismo en cada uno de los espacios. Desde la reunión de infantes hasta el laboratorio de conciencias llamado como homilía o sermón.
Nuevas tierras prometidas en centros comerciales. Se paga el metro cuadrado a precio de vendimia. En galerones de hoteles. Donde un día antes se celebró con ingesta de alcohol y se esnifo todas las líneas de cocaína, meta y cristal.
Una buena oreada, dejar el secado de los aromatizantes y hasta el celestial pudor regresa a esos muros. Todos los domingos, rigurosa agenda, se tiene agendado.
Las familias llegan a buena hora. Usan el valet parking. Incluso hasta se quedan a comer en el buffet. Platos de mar y tierra. Aprobados por el consejo de servidores.
Mayor dinámica. Cualquier día inhábil del antro de moda. De lunes a jueves. Las mesas con sillas altas. Luz tenue. Para no molestar al vecino. Se sirve palabra de verdad en ocasión de cervezas, tequilas o cigarrillos electrónicos.
Los cantos, desde el área de escenario, tan energéticos, tan bien sonorizados, como el mejor espectáculo. Eso es. Doctrina light para auto sorprendidos en una generación desencantada. Voraces degluten las viandas. Las galletas de chocolate, los cacahuates japoneses y hasta el lujo se permiten, de dejar sus miedos, al alzar las manos en un rito próximo al ecumenismo cristiano.
Concluida la liturgia, avisan por WhatsApp a sus padres. Van a cenar en la taquería del rumbo. Donde una impía comensal ebria, le practicó sexo oral a su pareja, mientras esperaban el servicio a la mesa.

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