Los milagros han estado ahí desde el principio, igual que la ciencia.

Dios la ha compartido desde el principio con los hombres para Su gloria.

Sin embargo, hemos usado la ciencia para calificar Su trabajo, en lugar de exaltarlo y nos hemos limitado a poner en dos canastas todas las cosas:

• POSIBLES. Las que podemos explicar.
• IMPOSIBLES. Las que aún no.

Los milagros no han cambiado, solo nuestra capacidad de comprenderlos.

El Espíritu que Dios nos ha dado nos ha llenado de sabiduría, inteligencia, ciencia y todo arte, para inventar diseños y para trabajar, para Su gloria.

¡Usémoslos sabiamente!

Escuchemos la Voz de nuestro Creador y obedezcámoslo, entonces podremos disfrutar con libertad de todos ellos.

Reconozca los milagros de Dios en cada amanecer y anochecer, agradézcalos, disfrútelos y compártalos.

¿Cree esto? Hable con Dios, lea la Biblia y descúbralo.  Solo la Verdad nos hará verdaderamente libres.

Gn. 2:15, 6:14-15, Éx. 31:3-4-5 

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