sáb. Dic 21st, 2024


Gerson Gómez Salas
Inventaron en zonas privilegiadas. En lugares donde la naturaleza es generosa. La adaptaron para dar la imagen de libertad. Los comensales desde temprana hora aparecen.
En esos bosques, terrenos cuadriculados, los restauranteros ofrecen la variedad de sus cartas. Cocina internacional, nacional y aspirantes a una estrella Michelin.
Camionetas blindadas, graduación cinco, despliegan a las guaruras. Cada esquina huele a peligro. Los comensales negocian las próximas vacaciones por las islas griegas.
La sonrisa cómplice. La entrada frugal. Los líquidos verdes para ayudar la digestión. Salvar el añejo sabor de la gastritis.
Cada uno de los choferes le dan limpieza al exterior de los pesados vehículos. Hora y media de convivencia entre los pares. En San Pedro Garza García, en Polanco, Santa Fe, Coyoacán, Zapopan y en algunos pueblos mágicos, donde los retirados gringos, pueden pagar, por lo menos una vez al mes, el gusto de codearse con los invisibles mexicanos.
Los fotoperiodistas tienen prohibida la entrada. Incluso las cámaras de video apuntan una cuadra antes. Casi es el club social. Crema y nata.
Simulación con costo por encima de un salario anual del obrero. Ellos son quienes alimentan a todo el tinglado nacional. El producto interno bruto en inversiones golondrinas.
Ya apuestan a la derrota de Gálvez. El país seguirá a la deriva otros seis años. Filtran y apoyan campañas negras de comunicación, al favorecer candidatos impresentables.
Solo por el gusto de jugar a los dados con el poder. Cobrar, con cheque posfechado, algún favor con la industria militar. Esos son los verdaderos dueños de los negocios del país.

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