Gerson Gómez Salas
Corresponde ahora la solidaridad para los hermanos guerrerenses. Aquellos a quienes han perdido todo en los estragos del Huracán Otis.
A los hijos de la tierra. Cientos de trabajadores honrados. En las zonas del desastre. En la inundación por completo de sus hogares. Quienes perdieron hasta lo indispensable.
Olvidar las diferencias políticas. Activado el plan DN3 por parte del ejército.
El momento de alimentos calientes. En la contabilidad de lo perdido, lo recuperado y de quienes pasaran semanas para poner en pie, de nuevo, uno de los destinos turísticos, con mayor plusvalía en el territorio nacional.
Movilizar también a los servidores de la nación. Sin beneficiar a las estructuras electorales de la familia Salgado Macedonio.
Buen pretexto, en manera silenciosa, de copar las células delictivas, de Los Guerreros Unidos, por parte de la autoridad judicial, a fin de sacarles de las jugadas sangrientas.
Otis mermó parejo. A los poderosos en punta Diamante y a quienes apenas sobreviven de las limosas de los turistas.
Ejército, sociedad civil, policía municipal y estatales, tienen la tarea de reponer el tejido social en una de las entidades más peligrosas de la nación.
Donde el narcotráfico, el cobro de piso, los secuestros y los asesinatos por ajustes de cuentas, son la noticia cotidiana.
Ahora sí, a retirar con autoridad, a todos aquellos bateadores, puntos de venta y beneficiarios de la impunidad a plena vista de los guerrerenses honrados.
Este es el momento justo.