mié. Sep 18th, 2024


Raúl Guajardo Cantú
El paso de Otis por Acapulco, un huracán de fuerza devastadora, acabó no solo por destruir gran parte de la infraestructura del puerto, sino por evidenciar el grado de animadversión, de polarización que vive nuestro país.
Es cierto que la reacción del gobierno en general fue lenta y desorganizada, muy distinta a la forma en que normalmente el ejército pone en práctica el Plan DN III cada ocasión en que este es requerido por los desastres naturales, sin embargo, lo que se puede observar en las redes sociales va más allá, es una muestra de lo dividido que se encuentra nuestro país.
Quizá la decisión de centralizar en el Ejército y la Marina haya sido una decisión no necesariamente mala, sino mal comunicada, entre otras razones porque ante los disturbios y saqueos que se han presentado en Acapulco, qué mejor forma de proteger la ayuda que está llegando al puerto que encargar la protección de esta a las fuerzas armadas. Sin embargo, la forma en que esta decisión se puso en marcha y como fue comunicada en las mañaneras en que campeaban las acusaciones de “zopiloteo” político, hizo que fuese rechazada por una gran parte de la sociedad civil. Los videos colgados en las redes sociales por distintas personas tampoco ayudaron.
Esa es una gran tragedia para el país, la confirmación de que somos una sociedad dividida, escindida entre quienes consideran que el gobierno todo lo hace bien y quienes piensan que, por el contrario, todo lo hace mal.
No es, sin embargo, una situación que se presente gratuitamente, ha sido cultivada como estrategia política durante los últimos 5 años, el presidente tomó la decisión consciente de polarizar la situación por considerar que de esa forma aseguraba la lealtad de los suyos para los procesos electorales.
No estamos seguros de que, como lo dice Pascal Beltrán del Río en Excelsior, “La tragedia de Acapulco ha dejado en claro que lo suyo es la grilla, la polarización y el cálculo electoral. Cualquier otra cosa parece intrascendente en la cabeza del presidente Andrés Manuel López Obrador. Situaciones que salen de su control, como una pandemia o un desastre natural, lo desorientan y desconciertan”.
Pero la afirmación parece bastante cercana a la realidad que hemos vivido durante este gobierno y, como resultado, todo se lee en clave electoral, vivimos en una campaña eterna, lo han señalado analistas como Antonio Navalón.
El caso es que como sociedad estamos perdiendo de vista que hoy lo importante es ser solidarios con quienes lo perdieron todo, hasta sus fuentes de trabajo en Guerrero, si quedan a la buena de Dios, como se dice, no nos quejemos mañana de que la ley de la selva se enseñoree en esa región de México.

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