Torreón, Coahuila.- De niña Ross jugaba con un ser que solo ella podía ver, luego se le perdió el rastro y al paso del tiempo, ya en edad madura, se reencontró con el ente; ella tiene el don de ver muertos, fantasmas, es feliz visitando cementerios y casas embrujadas.
Ross Cantú estudia, es investigadora del fenómeno paranormal y recuerda que “desde niña tuve el don, jugaba con un pequeño niño que aparecía en mi casa, sólo yo lo veía, luego ya de adolescente le perdí. Nos encontramos años, 30 años después en la zona del silencio en Durango, luego en las noches aparecía en mi casa, era un viajero del tiempo, me decía”.
Pero la investigadora no sólo tiene contacto con seres extraterrestres, también con muertos, con fantasmas, es feliz hurgando, investigando en casas abandonadas que le dicen hay aparecidos, en cementerios no se diga.
Le llega el recuerdo la ocasión que acudió al cementerio Alamito, en Coahuila: “eventualmente, cuando hay una fiesta de algún familiar de quien ya falleció, se observa a niños, mujeres y hombres que salen del cementerio con trajes de lujo pero ya viejos, raídos. Van a la fiesta y regresan en la madrugada, caminan por la carretera y entran al panteón, luego se desvanece la figura en las tumbas.”.
“Cuando salen alguno de los fantasmas le dice a Panchito el cuidador nocturno del cementerio,” no te vayas hasta que regrese el último, que normalmente son los más jóvenes difuntos. Ya no tiene miedo, ni yo, es normal en nosotros”
Ross Cantú nació en China, Nuevo León y por muchos años vivió en Monterrey; ahora regresó a Torreón, tierra de familiares y no hay día en que no salga a sus investigaciones, lo mismo cementerios, casas embrujada, haciendas o lo que queda de ellas y demás lugares que le llaman.
En la última casa donde habitó en Monterrey, se tomó una selfie y apareció en la ventana el rostro de una niña.
En una casa anterior junto a su hija veía una sombra, les hacía ruido, pasos fuertes. “Un día me senté a tomar café, le hablé y le dije, siéntate, le serví un café y a la silla a quien no veía pero sentía su presencia le dije. Aquí vamos a vivir, se que no quieres nuestra presencia, vamos a llevarla en paz porque si quieres hacernos daño, tú no eres de este plano y trabajaré en tu contra. Luego la cuchara del café se movió como asintiendo”.
Cantú tiene el don de, con cierta eventualidad, caminar por cualquier lugar de la ciudad y de pronto ver un muerto, un colgado en un árbol. “Si alguien se suicidó o se mató en un accidente lo veo, pero no siempre estoy viendo muertos a mi paso”, aclara.
Historias tiene muchas, muertos, fantasmas, las voces del más allá que le piden ayuda en una cacofonía lejana.
En las últimas dos décadas Ross Cantú ha escrutinado otra rama de lo insospechado. Aquel pequeño que jugaba con ella se le ha presentado ya grande, le dice que es viajero del tiempo, que le perdieron la huella hasta que la han encontrado.
“En una ocasión sentí malestar en un dedo del pie, me quite una especie de vidrio que me molestaba y lo tiré. Quizá eso era una especie de chip que me colocaron”
Los viajeros del tiempo de vez en cuando le platican de su deseo de salvar a la tierra, del mal que los terraqueos hacemos a nuestra casa. Le piden difunda sus mensajes.
Inclusive, no hay noche que no vea luces, especie de naves en el cielo.
Una mujer que ha participado en eventos internacionales del fenómeno paranormal, que es feliz en cementerios, casas embrujadas, ovnis, Ross Cantú duerme tranquila en su casa, sabiendo que ahí hay un fantasma.