sáb. Dic 21st, 2024


Dr. Gerson Gómez Salas
En medio de la nada. Ahí está el Centro de readaptación social. Las personas privadas de libertad visten de pantalón gris, zapatillas y remera blanca. Caminan como niños castigados. En hileras conservando la distancia.
Los ambulatorios carecen de cristales. Solo los marcos. Las horas corren tan lentas. La ausencia de relojes, tan solo el sol, les indica el trayecto de un día en proceso de dilución.
Por las mañanas los grupos religiosos vienen a compartir el mensaje salvacionista. Cantan con ellos temas sobre la contrastante libertad. En las aulas, la espátula de las sillas. Deben ganar con trabajo, buena conducta y sin ansiedad devastadora.
Lunes a diciembre siempre es igual. Los tres alimentos, muy cocidos, crudos y intermedios. Insípidos para el paladar. Negativa de la evidencia visual. Tampoco son estrellas Michelin. La fajina de los voluntarios en la cocina.
El paso por nueve aduanas consecutivas. Incluso el botón aleatorio para los rayos equis. Paciencia. Serenidad. Los menores de edad visitan a sus padres. Les llevan alimentos manoseados por los custodios.
La universidad de los readaptados ofrece pocas, muy escasas posibilidades para evitar los trucos de los aprendices de nuevos infractores.
Cada mente maestra funciona en el engranaje de los procesos inacabados. En el camarote, la parte inferior de la cama de piedra. Entrampados. El barco de la desilusión naufraga. Amparos, sentencias y lagunas legales.

Por Admin

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