sáb. Dic 21st, 2024


Gerson Gómez Salas
Para las 21:10 horas, cuando el intérprete español Joaquín Sabina se sentó en el banquillo alto, le tendieron la guitarra.
La sonrisa cansina del concierto número 51 de la gira internacional. Sabina pasó de alto el tronido ensordecedor de la consola. Nosotros, las víctimas, el sold out en la Arena Monterrey, lo veíamos absortos.
Sus músicos y quienes estaban en el escenario siguieron su carrera. El staff casi a terminar el tema se acercó a su oído. Sabina entregó la guitarra y salió. Le siguieron todos los acompañantes.
Luz apagada.
Encendieron las pantallas de apoyo. Joaquín Sabina: Contra todo pronóstico.
Cuarenta minutos en stand by. Se quemó toda la línea de salida de audio. Fueron por el repuesto a la bodega.
El ingeniero de audio oficial de Joaquín esta ausente por enfermedad. Los suplentes, nerviosos e inexpertos, dieron su propio acto central.
Para las 21:50, Sabina regresó.
Cuando era más joven, Sintiéndolo mucho, Lo niego todo, Mentiras piadosas, Lágrimas de mármol, Cuando aprieta el frío, Por el bulevar de los sueños rotos, Llueve sobre mojado (Sabina y Páez cover), Yo quiero ser una chica Almodóvar, La canción más hermosa del mundo, Tan joven y tan viejo, A la orilla de la chimenea, Una canción para la Magdalena, 19 días y 500 noches, Peces de ciudad, Y sin embargo, Princesa, El caso de la rubia platino, Contigo, Noches de boda / Y nos dieron las diez.
Joaquín Ramón Martínez Sabina (Úbeda, 12 de febrero de 1949), conocido como Joaquín Sabina, el cantautor, poeta y pintor español, se despidió, como lo hacen los grandes. Con melodías entrañables. Dejó la coleta del gran artista. Para una generación belicosa, enana y carente de inteligencia emocional.

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