Raúl Guajardo Cantú
Resulta más o menos obvio que el gobernador de Nuevo León, Samuel García, bajo ningún concepto desea que quien quede como gobernador interino mientras él va tras un sueño, el de ser presidente de la República, sea algún miembro de otro partido, mucho menos que sea alguien perteneciente a alguno de los grupos políticos con los cuales tiene alguna diferencia.
Más que celo, parece miedo, la pregunta sería ¿a qué?
¿Cuál puede ser el temor de Samuel?
Varias son las hipótesis que pudiéramos avanzar para explicar por qué el gobernador del estado inclusive está dispuesto a pasar por encima de la ley para imponer a su sustituto, ya sea a través de una “chicanada” o de algún otro recurso.
La primera hipótesis que podríamos avanzar consiste en sospechar que el gobernador tiene algunos “esqueletos en el clóset” que no quiere que salgan a la luz en caso de que su oficina sea ocupada por alguien que no le sea leal y vea hacia otro lado para no darse por enterado.
Esta hipótesis tiene como base el hecho de que algunas de las decisiones tomadas no han sido precisamente muy claras que digamos, en algunos casos han sido sus propios colaboradores quienes lo han llevado por ese camino, solo hay que recordar cómo una persona de su equipo de comunicación tuvo que dejar el puesto y ser protegido en el partido naranja para no ser perseguido por desviar, presuntamente, algunos fondos.
Pero no solo ese caso existe, hay algunos otros que han sido ampliamente comentados y que tienen que ver con algunas licitaciones o adjudicaciones de obras.
Esa puede ser una hipótesis, pero habría otras, por ejemplo, que tenga miedo de ser saboteado en sus planes de competir por la presidencia debido a que algún miembro de la “vieja política” le haga a él una “chicanada” que le afecte aunque después le salgan con el consabido, “usted disculpe”, pero mientras tanto ya habría perdido la oportunidad que puede ser la única para él.
No podemos descartar que ese sea su temor, tampoco afirmar que el primero lo sea, solo podemos especular porque el gobierno estatal no ha sido precisamente una caja de cristal, pero habrá que esperar ahora que un magistrado de la Suprema Corte ha devuelto la pelota a la chancha de los diputados.
Mientras solo podemos hacernos la pregunta que da título a este artículo: El temor de Samuel, ¿cuál es?