Abel Moreno López
El domingo anterior llamó mi atención la nota principal de El Norte -antaño sería “la de ocho”- que señalaba “Tendrá NL ¡dos Gobernadores!” y que hace referencia al persistente conflicto político local que podría generar que el próximo 2 de diciembre hubiera no exactamente dos gobernadores, sino un Encargado del Despacho y un Gobernador Interino; algo que de hecho ya existe, pues en estos días, ya se tiene en funciones un Encargado del Despacho y un Gobernador Constitucional en precampaña, lo cual pudiera ser irregular, pero eso allá que lo vean los actores y autoridades judiciales y electorales.
Al ver ese encabezado periodístico, recordé alguna vieja lectura sobre un fenómeno semejante y en efecto hace 100 años, en el año de 1923, hubo un día en Nuevo León en el que existieron no un gobernador y un encargado del despacho, no dos, sino ¡¡tres!! gobernadores del estado.
Tras una más que reñida, aguerrida competencia, entre los candidatos Porfirio G. González, Aarón Sáenz y Alfredo Pérez, los resultados para variar no complacieron a los contendientes y por lo pronto se instalaron dos legislaturas, una en el recinto oficial y la otra en el pórtico del palacio de gobierno. Asimismo ante una gran cantidad de irregularidades y componendas, el gobierno federal desapareció los poderes ejecutivo y legislativo, en tanto que el poder judicial nombró un gobernador provisional.
Así el 4 de octubre, fecha de la toma de posesión, iniciaron su gobierno, Alfredo Pérez en el interior del Palacio, Porfirio G. González en el exterior y finalmente el Profr. Anastasio A. Treviño gobernador provisional, que finalmente asumió en palacio, una vez desalojados los peristas por el ejército…
Este viene a ser un ejemplo más del reciclaje de la historia política nuevoleonesa o bien como decía George Bernard Shaw: “el hombre aprende de la historia, que el hombre no aprende de la historia”…