Daniela Montalvo Herrera
Queridos lectores, los invito a un viaje que va más allá de lo convencional, un recorrido que despierta los sentidos y te sumerge en la magia de la selva lacandona.
¿Se atreven a descubrir los secretos que se esconden entre las raíces de imponentes árboles y el aleteo de murciélagos que pintan el cielo con su vuelo?
La selva lacandona, un tesoro natural resguardado en Chiapas, México, nos ofrece una experiencia única para aquellos que buscan adentrarse en la esencia misma de la naturaleza. No es simplemente un viaje, es una travesía guiada por expertos lacandones, quienes conocen cada rincón de este paraíso verde.
Desde San Cristóbal de las Casas, iniciamos nuestra odisea; descalzos, conectando nuestros pies con la tierra que guarda siglos de historias. Durante tres fascinantes horas, exploramos un mundo donde los árboles son guardianes de la conexión con el inframundo, las hormigas son aliadas inesperadas llenas de proteína, y el agua brota del corazón de la montaña como un regalo divino.
Pero lo más intrigante fue llegar a la cascada del murciélago, un cuadro surrealista que desafía la realidad. Colores danzantes, aguas que caen en una armonía única, y murciélagos que surcan el aire, creando una experiencia que va más allá de la imaginación.
Isabella, nuestra guía lacandona, fue la maestra de ceremonias en esta aventura. Sus conocimientos y pasión por la selva nos llevaron a través de un viaje sensorial: el tacto conectó nuestros pies con la tierra viva, el gusto exploró nuevos sabores de la vegetación autóctona, la vista se embriagó de paisajes indescriptibles, el oído descubrió la sinfonía de aves que compartieron su hogar con nosotros y finalmente el olfato que gracias a la lluvia, que se convirtió en nuestra compañera de viaje, nos reveló el aroma embriagador de la tierra mojada y las fragancias de las plantas.
Esta experiencia, grabada en nuestros corazones, nos hace agradecer a Isabella y a la selva lacandona por regalarnos una aventura inolvidable. Y mientras escribo estas líneas, no puedo evitar emocionarme ante la idea de regresar pronto para explorar la ciudad perdida, un misterio maya que aguarda, según Isabella, con su esplendor original sin descubrir.
Así que, queridos lectores, ¿se sumarán a la intriga y se aventurarán en la selva lacandona? Entre raíces y murciélagos, les espera un mundo que despierta los sentidos y redefine la noción de belleza natural. ¡Hasta pronto en esta tierra de maravillas escondidas!
Un país tan diverso y multicultural como México, para una vida resulta sin fin.
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