dom. Dic 22nd, 2024

Gerson Gómez Salas

Somos el chascarrillo nacional. La comidilla de sobremesa. Ya se estiró la liga tanto, para perder la forma original.

Desde hoy, las posadas de las secretarias de gobierno del estado, de manera no discreta, estarán levantando firmas para apoyar la candidatura presidencial de Samuel Alejandro García Sepúlveda.

Por ejemplo, los maestros de la sección 50, en activo y jubilados, se les pedirá llenar el formato con la copia de la credencial de elector.

Sucedió igual hace seis años con Jaime Rodríguez Calderón. Misma aspiración. Mesianismo norteño fabricado al tamaño de sus protectores.

Jaime y Samuel son idénticos. Deslenguados, caprichudos y poco tolerantes a la frustración. Las fracturas de la psique de Rodríguez y García buscan agradar a sus familiares. Escribir en letras doradas la participación histórica.

Samuel persiguió a Jaime. Lo recluyó algunos meses en el penal. Negociaron entre el independiente y el cacique de Movimiento Ciudadano, su enfermedad crónica degenerativa, para continuar el proceso en el hogar. Con arraigo domiciliario.

A Samuel le pasará lo mismo. Será juzgado como desertor del Senado. Incluso su compañera de fórmula, Indira Kempis, quien nada pierde y todo gana, cuestiona la legalidad de sus acciones.

La libertad, la igualdad y la fraternidad, en la mente del gobernador con permiso, es del tamaño de sus antojos. Los tres doctorados, incluidos los patitos, le sirven a sacar partido de las lagunas legales.

En eso radica la expertise de Samuel. Embaucador con ropa de marca. Ladino. Una joya del siglo XXI de la nueva política mexicana.

Por Admin

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